MATICO
Roberto Rodríguez Marchena
Lunes 1 Septiembre del 2008
En Jarro Sucio, que no es el sector de Guachupita
donde murieron 6 niños y dos mujeres por las lluvias de Fay, sino un
caserío en Jumunucú, La Vega, traté hace cerca de 25 años a Matico,
agricultor de ocupación, soñador, bromista y filósofo de ocasión.
Lo de soñador tiene su explicación, que es ésta: Decía Matico y sus
vecinos corroboraban en abierta y entusiasta complicidad, que cuando
Dios quiso que él, su mujer y sus hijos tuvieran la casa de block y
plato, lo hizo dormir siesta (costumbre que desconocía), durante siete
semanas consecutivas y, en tres ocasiones, a través del sueño, le
transmitió la combinación del palé ganador
Con auténtica humildad decía no encontrar nada especial en ello, tampoco
preferencia o recompensa particular, y, a decir verdad, y esto va en
serio, los vecinos desconocían en Matico cualquier nexo divino como
afanes piadosos o proclividades beatas. Las “trampas de Dios” –como las
llamaba- son parte del plan divino. “Estaba escrito que así fuera”.
-¿Qué quiere decir yo te lo dije?, dígame usted, me dijo un día, porque
aquí nadie sabe.
-Eso mismo, le respondí.
-No, me aclaró, que ya es tarde, que no hay remedio.
En Cuba, según Prensa Latina, “Gustav azotó Pinar del Río, con rachas de
viento superiores a los 340 kilómetros por hora en algunas localidades,
causando la destrucción de númerosas viviendas y
otras edificaciones. Mientras, las olas llegaron a cinco metros de
altura y el mar a seis kilómetros tierra adentro.”
Muertos, ninguno.
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