MANTENER LAS ESPERANZAS
20 de diciembre de 2007
La ratificación de la sentencia a los implicados en el caso Plan Renove
pasó casi inadvertida ante la opinión pública.
Se la tragó Olga y todo el escarceo político levantado por una oposición
que ya hubiera querido quien esta nota escribe que hubiera manejado las
tormentas que le tocaron en su momento del modo que ahora dicen que
deben manejarlas los otros.
Pero resulta que, después de tantos descargos y de tantas omisiones que
dejaron al país boquiabierto, ha habido por fin una condena ratificada.
Que tampoco hay que celebrarla ni cosa que lo parezca porque en tales
casos lo que hay es que lamentarse de que puedan ocurrir situaciones
semejantes en las que los dineros del Estado—esto es, del pueblo—son
manejados con tan poco juicio.
Esta decisión, sin embargo, junto con otras tomadas por la Justicia
dominicana, tienen un valor simbólico muy importante y hacia él es que
se debe apuntar.
En efecto, es llegada la hora de que quienes administran la cosa
pública se den cuenta de que ya no se pueden manejar los fondos de la
Nación con el desparpajo con que hasta ahora han venido haciéndolo las
distintas administraciones que por ahí han pasado.
Porque, cuando no es la Justicia con sus decisiones, son los distintos
sectores de opinión pública que han crecido en ascendencia y capacidad
de denuncia—la prensa entre ellos—los que reclaman mayores niveles de
transparencia en el Estado.
Y ya hoy esos reclamos no son tan fácilmente soslayables como lo fueron
hace unas décadas.
Y eso es importante.
Quiere decir que debemos mantener las esperanzas en que—aunque a
contracorriente—la transparencia se abra paso para cualificar nuestra
democracia y permitir que los dineros recaudados por el Estado puedan ir
cada vez en mayor cantidad a donde tienen que ir.
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