LOS
MONTELLANEROS YERRAN EL TIRO
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Por: Sergio Cueto
Lunes 25 de Mayo de 2009
Decenas de montellaneros –junto a sindicalistas
portuarios, camioneros y transportistas de Puerto Plata y Sosúa-
recorrieron casi 14 kilómetros en una peregrinación para entregar a la
gobernadora provincial, Eridania Llibre, un documento en el que piden al
presidente Leonel Fernández “volver a poner en funcionamiento” al
ingenio Montellano.
El Comité Pro-Reapertura del central azucarero,
presidido por José Alberto Corniell e integrado, incluso, por la síndico
municipal Lourdes Fermín, cumplió su objetivo: La entrega se hizo como
se programó; no hubo incidentes.
En cuanto a organización, la actividad podría
considerarse un éxito; pero en cuanto al propósito esa marcha fue una
ligereza y una pérdida de tiempo. Es que el Ingenio Montellano es cosa
del pasado y, como empresa… ya cumplió su cometido.
Fundado en 1918, (la demanda de mano de obra para
labores agrícolas y fabril de la nueva empresa provocaron un fenómeno
migratorio y en torno al ingenio se formó el asentamiento humano que hoy
día constituye el municipio) este central en 1952 fue comprado por
Trujillo a su entonces propietario E. Kilbourne.
Con una capacidad nominal de molienda de 2,400
toneladas cortas de caña diarias y una capacidad operativa de apenas
1,600 toneladas cortas, este ingenio era el segundo más pequeño del
país, después del ingenio Amistad, que fue fundado en 1899 y podía moler
un máximo de 500 toneladas cortas de caña al día.
Tras el ajusticiamiento del tirano Trujillo, estos
ingenios fueron integrados (junto a otros diez) en el Consejo Estatal
del Azúcar (CEA), en 1966… Y trabajaron más o menos bien hasta que la
politiquería los arruinó y llevó el hambre, desempleo y miseria
generalizada a la otrora Villa de Montellano.
Mediante la Ley No. 87, del 4 de marzo de 1987, el
CEA traspasó los terrenos del Ingenio Montellano al Banco Central, para
el desarrollo de un proyecto turístico y otro habitacional.
El plan era (¿es?) excelente y desde el punto de
vista económico y social iba a repercutir positivamente en la comunidad.
Incluía: 7,188 habitaciones turísticas; 8,038 habitaciones urbanas,
villas en las montañas, zona comercial frente al aeropuerto, campo de
golf con villas, villas de tennis, caballeriza, anfiteatro, campo de
polo, terminal de autobuses, una marina para Montellano, etc. Ese
proyecto hasta ahora está en intención.
Pero mientras llega la decisión oficial de
ejecutarlo, el Gobierno, a través del CEA que estuvo representado por su
entonces director, Félix Alcántara, el 29 de febrero de 2000 firmó un
contrato con el Consorcio Agroindustrial Cañabrava (Julio Hazim) y como
socia gestora la firma brasileña Interunión, Comercio Internacional LTDA
(Marco Aurelio Carvalho Fattore) para que los ingenios Montellano y
Amistad volvieran a producir azúcar.
El contrato signaba que los empresarios privados
debían “realizar las inversiones necesarias para rehabilitar los
ingenios, modernizarlos e incluso construir nuevas instalaciones y
adquirir equipos y procesos técnicos para alcanzar los estándares de
calidad y rendimiento tanto en el campo como en la fábrica.”
La realidad es que Amistad no trabajó. La caña que
se sembró en sus tierras fue trasladada a Montellano… y éste también
dejó de producir azúcar en 2005.
Mediante el Decreto No. 133-06, del 27 de marzo de
2006, el presidente Leonel Fernández dispuso que el ingenio Montellano
produjera 20,652 toneladas de azúcar. De esas, 11,002.67 toneladas (un
4.35%) iban a corresponder a la cuota de exportación del país… Pero,
como dice la canción de Enmanuel: “todo se derrumbó”.
Hoy, Montellano languidece en su pobreza. No hay
fuentes de empleos, la gente no haya qué hacer y por esto es que se
moviliza. Lucen desesperados y no se dan cuenta que el ingenio ya no
tiene futuro como productor de azúcar y que, en cambio, lo que se debe
es procurar que el Banco Central (o el sector privado nacional o
internacional) desarrolle el proyecto turístico planificado.
Los montellaneros también deberían exigir al
Gobierno que parte de las tierras les sean entregadas para proyectos
agrarios donde se produzcan alimentos frescos e inocuos destinados a
abastecer los establecimientos turísticos ya existentes en la zona… y a
los otros que se construyan.
Una experiencia de este tipo existe en San Rafael
del Yuma, donde a través del proyecto Baiguá los parceleros cultivan
para suplir a los hoteles del triángulo formado por las zonas de La
Romana, Bayahibe y Bávaro.
Sobre este tema trataremos en la próxima entrega.
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