En el día de ayer, 03 de agosto, pudimos ver y leer una publicación a página entera de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales en la que se ofrecen datos sobre el estado actual del sector y se hacen propuestas con vistas a su futuro.
Mas lo que llama la atención de este escriba no es lo uno ni lo otro sino el desparpajo con que algunas instituciones estatales gastan el dinero del Estado, es decir, del pueblo. Es lo primero.
Dado que una página de cualquier medio escrito de nuestro país debe andar por los cien mil pesos—algunos cobran más— es casi seguro que el anuncio de marras haya costado a la CDEEE—y por tanto, al pueblo—no menos de medio millón de pesos y es probable que nos estemos quedando cortiticos.
Desde luego que en un negocio en el que sólo se habla de cientos y de miles de millones de pesos y de dólares es probable que a sus jefes semejante suma les resulte ridícula; pero eso no quiere decir que de verdad lo sea.
En el manejo de los recursos del Estado—esto es, del pueblo—no debe haber suma ridícula. Cualquier peso o centavo debe contar porque se trata—hay que insistir—de dinero ajeno, dinero de los y las contribuyentes.
Porque la cuestión no es sólo lo que se ve, sino también lo que no se ve. Que es lo segundo.
Y lo que no se ve es la razón de semejante gasto; de semejante publicación y de semejante recurso. Y todavía es mucho más lo que no se ve.
Porque, además, en un país con un Estado mínimamente organizado a quien corresponde comunicar y hacer propuestas de políticas públicas relacionadas con las instituciones estatales y su orientación en tal o cual sentido es al jefe del gobierno, que en nuestro caso es también el jefe del Estado, el Presidente de la República.
Los funcionarios y las instituciones a su cargo—y entiendo que esto debe ser de Perogrullo en materia gerencial e institucional— deben hacer sus propuestas ante el jefe del Estado y en las reuniones sectoriales habilitadas para ello dentro de la gestión estatal.
He ahí una manera economizar el dinero del pueblo; de crear y fortalecer la institucionalidad; de honrar el trabajo en equipo y de respetar la dignidad del jefe del Estado. Piensa este humilde servidor.
