LO QUE CREO
Por: Ramón Tejada Read
Jueves 25 de Septiembre de 2008
El tema de la reelección o del llamado
“continuismo” ha estado siempre en el debate en nuestro país.
De Pedro Santana a Leonel Fernández, sólo un presidente dominicano
renunció expresamente a ella y lo estableció en la Constitución: fue
Juan Bosch, en 1963, derrocado por un golpe militar hará mañana 25 de
septiembre exactamente 45 años.
Nada más volver al poder en 1966, Balaguer restableció la Constitución
de 1962 y con ella la reelección que le permitió gobernar doce años y
luego seguir medrando a la sombra de los yerros y la ambición
perredeístas, hasta volver y gobernar diez años más.
El PRD gobernó ocho años, de 1978 a 1986, y hay pruebas suficientes para
demostrar que tanto Antonio Guzmán como Jorge Blanco pretendieron
reelegirse, aunque no pudieron.
La mejor prueba de ello es que en esos ocho años no hicieron nada para
cambiar la Constitución balaguerista, que yo sepa.
El texto constitucional actual establece hasta dos períodos consecutivos
a cada gobernante y “jamás”.
El intento de reelección de Hipólito Mejía le costó el Poder a su
partido y mejor ni hablar de eso.
Entre las reformas que se proponen ahora está eliminar ese malhadado
“jamás”, según se ha dicho.
¿Por qué eliminarlo? ¿Por qué necesita un mandatario más de ocho años?
¿Por qué necesita doce o dieciséis o veinte?
Esa propuesta, desde luego, era de esperarse.
Efectivamente, en el discurso pronunciado al recibir el certificado de
elección de la mano del titular de la JCE, pasadas las elecciones de
mayo pasado, el Presidente Fernández expresó que su reelección
demostraba que la reelección ya no es algo traumático en la República
Dominicana.
Al presentar su proyecto de reforma repetía la misma consigna, pero
apelando a argumentos como el de no desaprovechar “la experiencia” de
los ex mandatarios.
En consecuencia, si ya la reelección no es traumática en nuestro país,
¿a qué mantener ese “jamás”?
En rigor, la reelección no debía ser un problema y, de hecho, no parece
que lo sea en muchos países, aunque yo pueda creer que sí, que lo es en
muchos sentidos.
Pero he aquí que en el nuestro, en la República Dominicana, y muy a
pesar de lo que plantea el jefe del Estado, creo que el afán de
permanecer en el Poder es una enfermedad peligrosa, nociva al desarrollo
institucional del país.
Bosch mismo advirtió muchas veces en ese sentido al proclamar que en
República Dominicana ya era hora de que pasáramos de la época de los
individuos, a la era de las instituciones.
La reelección podría no ser problema o ser un mal menor en países donde
se respeten las instituciones —empezando por la Constitución—, pero ése
no es el caso nuestro y de eso hay pruebas a montones, algunas muy
actuales y lacerantes.
Quitar el “jamás” de la Constitución actual prepara el terreno para un
nuevo despelote político y eso lo sabe muy bien mucha gente.
Lo que es una lástima es que se hayan mezclado reformas importantes a la
Constitución con apetitos y proyectos personales que se nos venden como
si fuesen necesidades nacionales. Es lo que creo.
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