LEONEL: SE PERFILA CAUDILLO POPULISTA
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Por:
Fernando Peña
Miércoles 11 de Junio del
2008
No pretendo dar una visión
amplia del caudillismo en República Dominicana,
ni analizar sus orígenes, ni quienes fueron sus mayores exponentes del
siglo pasado. Solo quiero mostrar que Leoner quiere ser el heredero del
caudillismo que encarnó Joaquín Balaguer.
Muchos pensaron que Leonel sería
el indiscutible arquitecto del fin del caudillismo en República
Dominicana, pero resultó ser el imitador de Balaguer más que de su líder
don Juan Bosch, al que tanto decía admirar.
Muchos dicen que esa será una
sombra que perseguirá al presidente Leonel Fernández durante toda su
vida, sombra que oscurecen su reputación política, porque es la traición
a Don Juan Bosch; el reeditador de la utilización de los recursos del
Estado para permanecer en el Poder, el que alienta y tolera la
despiadada campaña que destruye al PRSC.
Dicen que si Don Juan Bosch
viviera hoy día, se sorprendiera de ver a Leonel ocupando el Palacio
Nacional como un conservador absolutista, distanciado del pueblo, de la
ética que tanto predicó y practicó a su pueblo y a su Partido de la
Liberación Dominicana.
La conducta política y la
personalidad del gobernante se encuadran dentro del caudillismo.
Max Weber, definiendo el
caudillismo nos expresa que “diríamos que es un tipo de ordenamiento
racional del comportamiento que imprime en quienes lo poseen una
motivación o fuerza interior orientada hacia la búsqueda incesante y
obsesiva del poder”.
Cada caudillo tiene su propio
estilo y cada uno no puede ser medido con la misma vara. Unos dictadores,
como Rafael L. Trujillo, El Benefactor; otros democráticos, como Don
Juan Bosch o Peña Gómez; o déspota ilustrado, como Joaquín Balaguer, el
más eminente de todos, si se fuera a juzgar al político por su
permanencia en el Poder.
Los expertos dicen que “los
caudillos generalmente gobiernan de una manera autocrática, que con
frecuencia implica la supresión de la oposición, la creación de partidos
y movimientos oficiales y la supresión de otros. El caudillo favorece la
formación de partidos únicos o de movimientos que le respaldan y que se
proyectan hacia el futuro”.
El caudillo hace política o
desarrolla políticas públicas para enriquecer a sus acólitos, hace el
bien repartiendo de manera discrecional los recursos del Estado. Primero
favorece a sus íntimos y favoritos que les rodea, y luego al pueblo. El
erario se convierte en su patrimonio privado.
Para el caudillo populista “todo
gasto es inversión, y su irracionalidad en materia económica se traduce
en problemas cuya solución es lenta y difícil. El resultado es a largo y
corto plazo la descapitalización del país; inflación y cuentas difíciles
de pagar a los acreedores externos e internos”.
Leonel, hoy asoma como caudillo
populista por el vacío de liderazgo dejado tras la desaparición física
de los tres prominentes caudillos de los últimos tiempos: Juan Bosch,
Joaquín Balaguer y el titán de la política dominicana, José Francisco
Peña Gómez. También por la falta de confianza de la sociedad en sus
instituciones y el deterioro moral de los individuos.
Inteligente y hábil, Leonel se
vende como el sustituto, el sucesor de los lideres desaparecidos, en
especial del más fuerte, del caudillo Joaquín Balaguer. Se le presentó
la oportunidad de convertirse en el político del momento, de ascenso y
promocionarse como el político de altos vuelos.
Así hemos visto crecer su poder
nacional alimentando la ilusión de un futuro mejor, con apoyo popular y
una habilidad asombrosa para hacer alianzas. Doblegando la crítica con
pago o favores de Estado. Claro, siempre presentando un proyecto de
supuesta prosperidad y, lo mas determinante, el pago político y metálico
a los que se adhieren a su causa. Continuará…
El Autor es Periodista.
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