LAS MENTIRAS DEL FRACASO
Durante los últimos casi 30
años, grandes corporaciones y estados, a través de academias, medios de
comunicación y políticos conversos, se las ingeniaron para convencer a
los ciudadanos y ciudadanos de todas partes del mundo de que sus
verdades, llamadas reformadoras o revolucionarias de derecha, debíamos
compartirlas todos y todas.
Las nuestras, tan queridas y probadas por siglos de esfuerzo
civilizatorio, de repente inseguras de sus logros e impresionadas por el
vistoso empaque reformador, fueron mandadas a guardar al museo de las
ideas absurdas y dañinas.
Afianzadas en el poder, estas verdades -rebautizadas neoliberales-
resultaron necesarias para que estas grandes corporaciones y estados
tuviesen las manos libres e hiciesen prosperar sus intereses y negocios,
que acentuaron la concentración del ingreso en sus manos, dañaron el
medio ambiente y tienen hoy a más de medio mundo con problemas de
sobregiro con las tarjetas de crédito, con serias dificultades para
pagar la hipoteca de la casa, víctima de empleos basura, bajos salarios
o del desempleo, educación mala y cara, atención en salud precaria y
ahora comida cara.
Sus patrocinadores adelantaron un corpus ideológico a su imagen y
semejanza: “los seres humanos son egoístas, no solidarios, que se
energizan en la competencia, no en la cooperación, proclives al desorden
y a la inobservancia de reglas, agresivos y desalmados.”
Lo curioso o tal vez lo inevitable ha sido que, sin proponérselo, las
mentiras neoliberales han conducido hoy a la peor crisis en más de un
siglo y actualizado aquellas verdades tenidas por viejas, absurdas y
obsoletas.
La especie humana ha sobrevivido movida por la solidaridad y la
cooperación entre los seres humanos , no por las guerras y el supuesto
egoísmo. La utopía aprovecha mejor a los pueblos que el miedo. Un Estado
fuerte es un mejor garante de los derechos humanos, no un estorbo. La
gestión pública procura el bienestar ciudadano, no el funcionamiento de
los mercados. La seguridad alimentaria solo es posible si se producen
suficientes alimentos localmente.
El fracaso neoliberal ofrece la oportunidad de poner las verdades
ciudadanas, nuestras verdades, en acción. Es la única solución.
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