LAS CARAOTAS DE SAN JUAN
Por: Roberto
Rodríguez-Marchena
Lunes 22 de Junio de 2009
Uno de los grandes problemas de la economía
dominicana es que sus empresas –en el campo y en la ciudad- producen
para un mercado pequeño y con muy baja capacidad de consumo. A Danilo
Medina se lo he escuchado decir y explicar muchas veces. Los dominicanos
somos pocos, disponemos de poco dinero y exportamos poco.
Este problema afecta particularmente a la agropecuaria dominicana. En
cada cosecha o producción aparecen excedentes…aparentes, que no son
tales, porque el mercado interno no ha sido satisfactoriamente
abastecido: seguimos comiendo pocos huevos, poca carne, poca leche y muy
pocas hortalizas. De acuerdo a la
FAO , el 29% de la población de República Dominicana tiene una
ingesta insuficiente de nutrientes. Sólo Haití y Nicaragua están peor.
La paradoja es que los huevos, la carne de pollo y la leche “sobra”.
También, las cebollas, el ajo y las habichuelas. Sobran alimentos en un
país en el que casi la tercera parte de sus habitantes pasa hambre todos
los días… porque no tienen dinero para comprar, porque no tienen
suficientes ingresos, porque no tienen buenos empleos o pequeñitos
negocios prósperos. Además, desempleo y elevados gastos en salud,
educación y transporte. Atrapados en un terrible círculo vicioso.
Otra paradoja: en muchas empresas, la capacidad de producción “sobra”.
No son pocas las empresas que trabajan a mitad de capacidad o empleando
sólo las dos terceras partes de su capacidad. Sobra capacidad instalada,
sobra deseo de producir también, pero la producción agrícola decreció en
-9.3% el año pasado y en habichuelas, por ejemplo, -25.5%.
Somos diez millones de habitantes en República Dominicana pero
consumimos como si fuésemos cinco millones de consumidores. Y los
ciudadanos de otros países que pudieran consumir nuestros productos no
los compran porque de otros países o del suyo los consiguen más baratos.
Una tragedia que crea otro problema: los productores, desesperados,
piden, reclaman compulsivamente al Gobierno que les compre los llamados
“excedentes” para regalarlos a través del Plan Social, venderlos a bajos
precios en los mercados de Agricultura, prepararlos en los Comedores
Económicos o distribuirlos en el Desayuno Escolar de la Secretaría de
Educación. Situación que se convierte en una tentación –por la debilidad
de los productores- para manejos nada transparentes por parte de los
funcionarios encargados de dichas compras. Así se generan escándalos que
minan la confianza de los ciudadanos en el servicio público.
El 22 de abril , por ejemplo, productores de San Juan arrojaron 180
quintales de habichuelas a las puertas del Congreso y de la Secretaría
de Agricultura en reclamo de que el Gobierno les pagara 100 millones de
pesos que les adeuda.
Al día siguiente , “los principales directivos del Consejo para el
Rescate de San Juan de la Maguana y de la Asociación de Productores de
Habichuelas de esa provincia, acusaron al secretario de Agricultura,
Salvador Jiménez, de autorizar a un solo importador 185 mil quintales de
habichuelas”.
Ahora -¡por fin!- al decidir aprovechar mejor el acuerdo de PetroCaribe,
de pagar las importaciones de petróleo con productos agrícolas -se habla
de las habichuelas negras, caraotas para los venezolanos, el gobierno de
República Dominicana gana para sus productores agrícolas la oportunidad
de un mercado seguro, el sueño de todo productor.
Sin embargo, he escuchado decir por ahí que el acuerdo no es viable
porque no hay suficientes tierras, que las habichuelas negras
dominicanas son más caras, que las chilenas y peruanas son mejores,
faltan buenas semillas, la irrigación es insuficiente, por altas tasas
de interés y por falta de crédito. En fin, que será una oportunidad
fallida.
Podría darse el caso entonces de que algún comerciante con relaciones
con el poder político compre las habichuelas negras o caraotas a otro
país, pida que se las empaquen en sacos dominicanos y, desde el país en
cuestión, las embarque hacia Venezuela. Manejo que desnaturalizaría el
propósito de PetroCaribe de estimular la agricultura. Osmar Benítez,
vicepresidente ejecutivo de la JAD, informó que una parte de los 40,000
quintales de habichuelas negras “exportadas” hacia Haití el año pasado,
en realidad no eran dominicanas, sino
“reexportadas”.
Tranquiliza que la JAD, que es la
Junta Agroempresarial Dominicana , estime que sí es posible, siempre
y cuando “el Gobierno provea financiamiento (RD$540 MM) sin
intermediarios y a buen precio, se recurra a buenos sistemas de regadío
y mecanización para la siembra y la recolección, que es lo que han hecho
Chile y Perú con sus productores de habichuelas negras. Habría que
aumentar el área sembrada de 10,000 tareas en la actualidad a 300 mil
tareas, que las hay disponibles en el sur y suroeste de la República”.
No aprovechar la oportunidad que ahora se ofrece, declararse
incompetente antes de intentar superar las dificultades o armar un
negocio de reexportación, me parece una indolencia mayúscula.
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