El primer gobierno democrático que se dio nuestro país a la muerte de Trujillo, el de Bosch en 1963, consideraba la electrificación nacional entre sus prioridades fundamentales.
Para ello había iniciativas que iban desde la construcción de hidroeléctricas hasta la instalación de nuevas generadoras con inversión privada y estatal y la instalación de una verdadera refinería de petróleo en alianza con Venezuela.
Todos recordamos este veinticinco de septiembre cómo se truncó el desarrollo del país y la construcción de la verdadera democracia dominicana.
Pero he aquí que diez años después, en 1973, el Programa para un Gobierno de Dignidad Nacional proponía en su capítulo uno, letra m, la “planificación nacional de la electrificación de acuerdo con las necesidades sociales… y las del desarrollo económico del país” y declaraba “de emergencia la solución de la crisis actual en el suministro de energía eléctrica…”.
A cuarenta y seis años del inolvidable 1963 y a treinta y seis de aquel Programa de la Dignidad Nacional podemos pasar balance.
Once gobiernos han pasado y el decimosegundo ya está en marcha sin que podamos siquiera vislumbrar esa “planificación nacional de la electrificación de acuerdo con las necesidades sociales… y las del desarrollo económico del país” propuesta en 1963 y 1973.
Una miríada de millones de dólares han ido a dar a los bolsillos de muchos aprovechados y otra miríada podría estar en el mismo camino, postrado el país e impedido en su desarrollo integral, y aún preguntamos dónde está el indispensable plan.
Cuarenta y seis años. Es la medida de la improvisación… pero es también la medida del desamparo en que hemos vivido.
