Opinión
 

LA MAYOR PERVERSIDAD IMAGINABLE  

Por: Ramón Tejeda Read
Miércoles 29 de Octubre  de 2008

Hace tiempo que oímos decir que los objetivos del milenio están muy lejos de alcanzarse para el 2015 debido a que faltan unos cuantos cientos de millones de dólares y los programas de ayuda de la ONU, de paso, son deficitarios.

Oímos por doquier que la malaria, la tuberculosis, la difteria y otras enfermedades propias de la miseria siguen cobrando víctimas por millones y millones en África, Asia y América Latina.

El astronómico déficit de aulas y de docentes deja a cientos de millones de niños y niñas sin educación en aquellos mismos lugares.

Hay cientos de millones de seres humanos de todas las edades pudriéndose en la crisis social y económica; carentes de empleo, de salud, de comida, de educación, pero ni al G-7, ni al G-8, ni al G-Nada le importa aquella tragedia de proporciones apocalípticas y sus reuniones son para revisar “sus metas de crecimiento económico” y asegurarse más y mayores ganancias cada vez.

El momento es como para pensarlo bien. Todo el “mundazo”, como suele decir la gente en ese aumentativo que no puede ser más vehemente.

Porque, mientras los dueños del mundo no tienen dinero para los programas de asistencia de la ONU ni para –de manera responsable, puesto que son los jefes del mundo—enfrentar aquella catástrofe social, de repente han aparecido billones (no billones de Estados Unidos, que son mil millones, sino billones españoles, que son un millón de millones) para resolver “la crisis financiera”.

Así nos lo han dicho. Fríamente. Porque, nos dicen, si no se acude en auxilio de los banqueros “se cae el sistema financiero”.

Entonces, de repente, como de la nada, empiezan a aparecer billones de dólares. De un tacazo, solamente Estados Unidos habla de 700 mil millones de dólares y ya antes el Estado —es decir, todos los que pagan impuestos, que son todos los ciudadanos— había aportado varios cientos de miles de millones para “salvar” a unos cuantos gigantes. En Europa por igual.

Es la mayor perversidad imaginable. Como bien se ha expresado, “las ganancias son privadas, las pérdidas son públicas”. Las ganancias se privatizan, las pérdidas —aunque sean debidas a la  inmoral y escandalosa gestión del “sistema financiero”— se socializan. He ahí el socialismo y las nacionalizaciones que  gustan a los grandes oligarcas financieros.

 

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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