INTERESES Y NEGOCIOS EN LA DISTENSIÓN
CUBA Y EE.UU.
Por: Roberto
Rodríguez-Marchena
Lunes 20 de Abril de 2009
La cena, con modisto, cantante y pelotero, que
ofreció el gobierno dominicano en el Palacio Nacional a la secretaria de
Estado (canciller) de los Estados Unidos puede interpretarse como una
evidencia más de la frivolidad a la que conduce la privatización de la
política y hasta donde ha llegado la sacralización de prácticas
puramente empresariales y la inobservancia de prácticas y normas
estatales y públicas que deberían aplicarse, más aún cuando se trató de
una visita política breve (sin visita privada previa) y de trascendental
importancia para la República Dominicana, desairada según algunos y a la
vez necesitada de diligencias norteamericanas para enfrentar la sequía
crediticia global.
Aunque debió sentirse complacida por reencontrarse
con queridos amigos con quienes usualmente comparte cuando viene a
vacacionar en compañía de su marido Bill y de su hija Chelsea a la
República Dominicana y que además la apoyaron en sus aspiraciones por la
candidatura presidencial del Partido Demócrata, la señora Clinton se
hizo acompañar estrictamente por funcionarios políticos norteamericanos.
Como tenía que ser.
Cuba es una oportunidad de negocios y de lobby
político. Dadas las actuales dificultades que tienen Cuba y EEUU para
entenderse directamente, a los gobiernos de España, Costa Rica, México,
Brasil, República Dominicana, también la secretaría general del CARICOM,
les gustaría mediar, hacer lobby político, “darle el servicio político”
al gobierno cubano o al norteamericano” esperando obtener a cambio –todo
tiene un interés decía Zhou En Lai- beneficios políticos o económicos
para su gestión, país y/o sectores productivos. De esta y no de otra
manera hay que interpretar las diligencias dominicanas, la visita/
entrevista de su presidente con Fidel Castro, la reacción airada del
excanciller mexicano Jorge Castañeda, las declaraciones de Zapatero,
Lula y recientemente de Carrington en Puerto España, Trinidad.
“Cuba es muy buen negocio”, anotó en Miami hace
unos días Lissette Bustamante, periodista del diario español Público.
“El presidente de la Asociación estadounidense de Productores de Arroz,
Dwight A. Roberts, dice que si eliminamos los obstáculos, si se pueden
dar créditos y tener relaciones bancarias directas con La Habana
podríamos alcanzar las 200,000 toneladas de ventas de arroz en sólo un
año”, porque los cubanos son grandes consumidores de este alimento
básico. También aguardan seductoras posibilidades turísticas y el
desarrollo de modernas infraestructuras. Otros sectores como el
petrolero, la construcción de viviendas, el automovilístico, o el de
cruceros marítimos pueden seguir la senda que abran la empresas
alimentarias.”(publico.es, 14/4/09)
Raúl Castro, a principios de año, al término de una
poco conocida entrevista, mencionaba el llamado intercambio de gestos a
los que se pretende someter la negociación por la normalización de las
relaciones entre su país y los EEUU; se enorgullecía de la resistencia
cubana al bloqueo y de la virtud (extraña en los cubanos, decía) de la
paciencia, para terminar diciendo de que no estaban para nada
desesperados.
El bloqueo o embargo de EEUU hacia Cuba tiene sus
días o sus años contados. Lo que no se sabe es cuantos. “Ha fracasado”
aceptó/acertó decir la señora Clinton en Santo Domingo. Pero, al
parecer, las precariedades de la agricultura cubana, la caída de los
precios del níquel, los daños causados por los recientes huracanes a la
infraestructura eléctrica y vial y a las viviendas, el hastío de los
cubanos por las precariedades de la vida cotidiana y la avanzada edad de
sus dirigentes históricos han hecho creer al gobierno de Obama de que
puede negociar con el tiempo calendario a su favor, dando un tiempo más,
una oportunidad más, al bloqueo, a ver que pasa.
Antes de que desembarquen los norteamericanos con
sus mercaderías en Cuba, los productores agropecuarios dominicanos
podrían sentar raíces en ese mercado pues nada se lo impide. Los
industriales también.
¿No será ésta la oportunidad que una vez adelantó
el presidente Fernández de convertir a la República Dominicana en el
“granero del Caribe”?
Todavía hay tiempo.
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