HAITÍ, ¿HASTA CUÁNDO?
Por: Ramón Tejeda Read
Miércoles 14 de Octubre de
2009
El papel de la inmigración haitiana en la economía
dominicana está todavía por estudiar.
Pero no hay que ser un genio para saber que el
trabajo haitiano, mucho más barato que la mano de obra criolla,
subsidia el costo de la construcción en nuestro país.
Y lo mismo ocurre en el campo, en donde la mano de
obra dominicana ha optado por emigrar hacia la ciudad en busca de
mejores oportunidades de progreso.
Ésa es, entre otras, una de las causas del
incremento del motoconcho y del trabajo informal.
¿Malos dominicanos los que abandonan el campo y el
trabajo duro y los constructores que contratan a los haitianos?
Ni una cosa ni la otra. Es la mecánica en que opera
nuestra sociedad.
“Por su mejoría, su casa dejaría”, dice el refrán,
y es lo que han hecho los dominicanos del campo y la ciudad y es lo que
hacen los haitianos que vienen y es lo que han hecho dos millones de
dominicanos que hoy forman la diáspora que envía cada año tres mil
millones de dólares al país.
Haití es nuestro segundo socio comercial. El
primero, ya se sabe, es Estados Unidos.
Pero no tenemos un tratado de comercio con Haití.
Tampoco conocemos a cabalidad la cantidad de
haitianos y haitianas que hay en nuestro país ni de sus condiciones de
vida y de trabajo.
Así no se tienen responsabilidades. Así todo queda
en lo informal y hay más ganancias para traficantes y extorsionadores.
Así se deja todo a la suposición. A la propaganda
que desde Trujillo insiste en la estupidez de la “invasión pacífica”
para manipular y crear animadversión y conflictos donde no los hay y
seguir la misma mecánica aquélla en que sólo ganan unos pocos.
Y así, ¿hasta cuándo?
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