¿GOBERNAR Y LEGISLAR PARA QUIÉNES?
Por: Roberto
Rodríguez-Marchena
Lunes 16 de Febrero de 2009
Desde que las políticas neoliberales reventaron la
economía lanzando al desempleo a decenas de millones de seres humanos,
concentrando la riqueza en poquísimas familias y haciendo decrecer los
negocios, los gobiernos de todos los países del mundo han venido armando
y aplicando, paquetes, rescates, planes de estímulo, que permitan volver
a la normalidad capitalista deseada: el crecimiento con paz social. Sin
ningún éxito, por cierto, pues la recesión se ahonda y la protesta
social aumenta.
El Banco Central de la República Dominicana ha
venido adelantando algunas medidas, muy bien recibidas, encaminadas, por
una parte, a darle salida al exceso de liquidez que tienen los bancos
-16 mil millones de pesos-, blindar las carteras de préstamos, mejorar
su rentabilidad y por otra parte, dirigidas a que el crédito fluya a
mejor precio para estimular la producción, la construcción y el consumo.
Aunque no acabo de entender si sirve a este propósito flexibilizar
normas que fueron adoptadas para evitar la ocurrencia de nuevos
Baninter, Mercantil, Bancrédito y Progreso. Porque es un riesgo.
El gobierno dominicano sabe que tiene que moverse
rápido y correctamente en la dirección de evitar un descalabro en sus
recaudaciones, para recuperar la confianza nacional y de la comunidad
financiera, con la esperanza de mantener baja la conflictividad social y
atraer inversión extranjera directa, porque de lo contrario vería
afectado el gasto público y la salud de muchos negocios. Al parecer, se
ha convencido de que debe y puede gobernar mejor.
Entre las cosas que ha dejado claro el gobierno
-para explicar lo que será su proceder con las propuestas planteadas de
la Cumbre –es que hay medidas y estímulos para el corto plazo y otras
para el mediano y largo plazo. Con esto quiere decir que no hay dinero
para todo, aún para muchas que parecen imprescindibles. Y dice bien.
Aunque debería saber que, mucho o poco, hoy, mañana
o pasado mañana, lo esencial es la orientación –el destino- del gasto
público, es decir, las maneras de gastar: en quienes invierte, a quienes
destina el estímulo y para obtener cuales resultados.
Las dificultades económicas no están afectando a
todos y todas por igual. Unos están en mayor necesidad que otros. Por
ejemplo, aquellos que no tienen empleo y tampoco seguro de desempleo ni
seguro médico. O aquellos y aquellas, emprendedores, expulsados del
mercado de trabajo, que tienen un pequeñito negocio y requieren capital,
capacitación y seguro médico. Lo mismo puede decirse de los productores
agropecuarios en recesión el año pasado y probablemente también en 2009
o los y las jóvenes, cuya tasa de desempleo (oficial) de 30.9% es el
doble de la nacional.
Y por supuesto, haría bien el gobierno en apartarse
de conclusiones fantasiosas y superficiales, pues el examen riguroso de
los hechos descarta que sea un accidente moral de un puñado de
ejecutivos, producto de la avaricia humana, lo que explique las
dificultades que atraviesan las economías, incluida la dominicana, sino
más bien el tipo de relaciones económicas, sociales y políticas
–apuntaladas por políticas públicas- que han venido provocando la
subordinación y transferencia de renta de la producción manufacturera,
agropecuaria, comercial y, en general, de familias y negocios, a las
instituciones financieras, como han comprobado prestigiosos economistas
como Paul Krugman, Robert Reich, Joseph Stiglitz, Nouriel Roubini, Juan
Torres López, Alejandro Nadal y Viçenc Navarro.
Si se quiere evitar mayores padecimientos, gobierno
y legisladores deben evacuar políticas públicas que coloquen a los
bancos al servicio de la producción (la economía real) y no al revés
como sucede ahora.
Igualmente deberían reconocer gobierno y
legisladores que los quebrantos económicos actuales comprueban que el
modelo basado en las duplas bajos salarios/rentas fabulosas e
insuficiente educación/desprotección en salud, contando con consumidores
de otros países con buen poder adquisitivo, no sólo es injusto y
contrario a la convivencia, sino peligroso y temerario, porque ya ve
usted, ahora que los consumidores americanos y europeos no tienen
suficiente dinero para consumir, sus bancos están en bancarrota y los
dominicanos allá no envían remesas, el mismo gobierno, familias y
negocios están en serios problemas.
Es por ello que resulta urgente disponer políticas
públicas tendentes a fortalecer el poder adquisitivo de los y las
dominicanas, ensanchando la clase media y respaldar el esfuerzo
emprendedor de industriales, productores agropecuarios y mipymes
nacionales.
Insisto, mucho o poco dinero, hoy, mañana o pasado
mañana, lo que importa ahora es aprovechar la oportunidad para cambiar
la orientación y saber quienes son los que verdaderamente necesitan
medidas de estímulo/protección y de reactivación económica.
Un mejor gobierno y un mejor congreso, si se
quiere, será aquel que trabaje para sentar las bases de un modelo
económico más democrático (redistribuidor de oportunidades y rentas) y
por tanto menos vulnerable a las inclemencias del mercado.
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