GESTOS DE DOS CANSADOS DE PELEAR
Por: Roberto
Rodríguez-Marchena
Martes 14 de Abril de 2009
En seis días, desde el 3 hasta el 8 de abril,
escribió cinco Reflexiones sobre los Estados Unidos y su presidente
Barack Obama.
Sobre el reciente periplo presidencial del
presidente norteamericano, observó: “Con una salud a toda prueba, como
una máquina de trabajo y mente ágil, el Presidente negro realizó con
incuestionables resultados políticos su primera visita al exterior.
Ciertamente en nada se parece a su predecesor.” (Las contradicciones en
la política exterior de Estados Unidos, 8 de abril).
Con la gestualidad que le es característica,
complace Fidel Castro la solicitud que se le hiciera de “facilitar”, de
no entorpecer, los gestos a los que está dispuesta, por ahora, la
Administración Obama hacia a Cuba. (La normalización plena de las
relaciones, compras y ventas, el fin del bloqueo, intercambio de
embajadores, ocurriría, se dice, en el segundo mandato de Obama).
La tarea, como era de esperarse, fue asumida por
Fidel Castro con pasión y seducción política tan cubana como propia. El
7 de abril recibió en su casa a los enviados del Caucus Negro luego que
conversaran con Raúl Castro por espacio de cuatro horas. Uno de ellos,
la congresista demócrata por California, Laura Richardson, cuenta que
“cuando se acercó a nosotros, nos miró a los ojos y nos preguntó: ¿Cómo
podemos ayudar al presidente Obama?”.
En palabras de Fidel: “Le hice una pregunta sobre
el sentido de su afirmación: “Obama puede mejorar las relaciones con
Cuba, pero Cuba debe ayudar a Obama.” Nosotros no éramos agresores ni
amenazábamos a Estados Unidos. Cuba no disponía de alternativa alguna
que le permitiera tomar la iniciativa. Partíamos de la seguridad de que
sus palabras eran sinceras y lo habíamos afirmado públicamente antes y
después de su elección. Expresábamos a la vez el criterio de que las
realidades objetivas eran, en Estados Unidos, más poderosas que las
sinceras intenciones de Obama. (Encuentro con Bárbara Lee y otros
miembros del Caucus Negro, 7 de abril).
Dos días antes, para allanar el camino, escribió:
“Los que son capaces de analizar serenamente los acontecimientos, como
es el caso del Senador de Indiana, (se refiere a Richard G. Lugar,
senador republicano y promotor de la normalización de las relaciones con
Cuba, RR-M) usan un argumento irrebatible: las medidas de Estados Unidos
contra Cuba, a lo largo de casi medio siglo, constituyen un fracaso
total. No es necesario enfatizar lo que siempre Cuba ha dicho: no
tememos dialogar con Estados Unidos. No necesitamos tampoco la
confrontación para existir, como piensan algunos tontos; existimos
precisamente porque creemos en nuestras ideas y nunca hemos temido
dialogar con el adversario. Es la única forma de procurar la amistad y
la paz entre los pueblos.” (Con los pies sobre la tierra, 5 de abril).
Hoy Robert Gibbs, portavoz de la Casa Blanca,
anunció que el presidente Obama levantó las restricciones a las visitas
y envío de remesas de ciudadanos estadounidenses a sus familiares en
Cuba. Podrán viajar cuantas veces quieran, transferir sin límite el
dinero que deseen y en cada viaje llevar hasta 3,000 dólares.
Se supo también que el presidente Obama pidió que
se estudie la posibilidad de reiniciar vuelos comerciales regulares a la
isla y que las compañías telefónicas inviertan en desarrollar conexiones
de fibra óptica y satelitales.
A cuatro días de iniciarse la Quinta Cumbre de Las
Américas en Trinidad y Tobago, el gesto del presidente Obama hacia los
cubanos en la isla y fuera de ella será recibido con simpatía y alivio
por los latinoamericanos, cansados también de verlos pelear. Porque, no
quepa duda, a los dos se les quiere.
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