Opinión

 

EL PODER DEL DINERO

 4 de enero de 2008

Ciento veinte años de tradición familiar acaban de ser borrados por un manojo de papeletas, cabe decir, una gran cantidad de dinero, ese pequeño papel que estremece la conciencia más recatada, ese papelito, cuyo poder de convencimiento hace tentar el más honrado de los honrados. 

La antigua casa licorera, fundada en el siglo XIX, por ANDRES BRUGAL MONTANER, administrada desde entonces por esta noble y ejemplar familia empresarial, acaba de ceder ante la tentación de los millones al granel. El sesenta por ciento de su capital accionario acaba de ser adquirido por una multinacional, cuyo origen desconozco.  

Ya los Brugal no tomarán las decisiones dentro de la empresa, ya los Brugal de ahora han arrebatado a sus descendientes la posibilidad de mantener la tradición, ya los Brugal le han quitado a Puerto Plata su más vieja empresa, le han quitado a Puerto Plata su orgullosa marca de origen.   

¿Que pasará en lo adelante con esta gran empresa puertoplateña? ¿Quién no quita que los nuevos propietarios decidan mover su producción a otro lugar del mundo? Después de todo la marca es lo que vende, y para muestra Bacardí es el mejor ejemplo.  

Los Brugal no solamente han vendido sus acciones, han vendido un orgullo puertoplateño, han vendido una tradición, han vendido quizás el futuro de una gran industria de mi querida Puerto Plata, que casi seguro en unos pocos años verá marchar su vieja casa licorera, y con ello perderá no solamente el orgullo de tener esa gran industria, sino la cantidad enorme de empleos que significa dicha empresa para el pueblo, y para el resto del País. 

Los Brugal han hecho un gran negocio, sus arcas hoy estarán más llenas que nunca, pero  a mi juicio han hecho un mal negocio, pues lo único que lograrán con el mismo, es tener más dinero, dinero que no servirá para más nada que la simple acumulación.  

Los Brugal ya no contribuirán con el producto interno bruto de la Nación, ya no contribuirán con el orgullo industrial del pueblo dominicano. 

Definitivamente LOS BRUGAL NO CREEN EN SU GENTE. 

Dr. Lionel V. Correa Tapounet

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