EL PAN CHIQUITO PUEDE
CRECER DE OTRA SALUDABLE MANERA
17-09-2007
El escándalo que se ha suscitado
en nuestro país por el uso de bromatos de sodio y potasio en la
fabricación del pan pone en evidencia y agrava la crisis de identidad
del pan chiquito.
Las causas de esta crisis de identidad habría que buscarlas en la
competencia feroz y la estética exigente que norma la sociedad de hoy.
La historia del pan chiquito ha estado llena de infortunios. Tenido a
menos, desairado y desvalorizado por el público consumidor; amenazado
por los crecientes precios del trigo en el mercado mundial y por tanto
de la harina; imposibilitado de elevar su precio por solicitud del
Gobierno y tener que desenvolverse en un mercado mayoritariamente pobre,
signado por bajos salarios y escasos empleos, el pan chiquito ha venido
recurriendo a la cosmética de los bromatos de potasio y sodio para
tratar de ser aceptado y no desaparecer.
También llamadas sales mejorantes u oxidantes, los bromatos de sodio y
potasio ayudan a elevar el volúmen o la masa del pan y a mantenerle
crujiente, de buen aspecto, por buen tiempo. Podría decirse, en un
esfuerzo por hacernos entender que estas sales actúan en el pan como los
anabólicos esteroides en los cuerpos de los atletas.
Sin embargo, desde 1982 se sabe que son potencialmente cancerígenos,
gracias a las investigaciones del científico japonés Yuki Kurokawa. "Genotóxico
carcinogénico", par Rosa Vasallos Beras, presidenta de la Asociación
Dominicana de Oncología. Provocan naúseas, insuficiencia renal,
trastornos gástricos, depresión del sistema nervioso central.
En muchos países, los de MERCOSUR desde 1998, China, Japón, Canadá,
Reino Unido, Colombia, por recomendación de la FAO y la OMS, han sido
prohibidos, en otros, su uso permitido bajo estrictos controles. En
nuestro país, como resultado de una preocupación vieja de muchos años y
de la asesoría de la OPS, la Secretaría de Salud Pública oficializó una
norma que prohibe el uso de bromato de potasio en la fabricación de pan
y panes especiales y de mejorantes que contengan bromato de sodio.
Bautista Rojas Gómez, secretario de Salud Pública, sin embargo, no ve
peligros ni consecuencias tóxicas en el uso de bromatos de potasio y
sodio en la panificación; asegura que no hay nada anormal, por lo que
exhortó a "no dejar de comer pan, a comer pan con confianza, porque no
es cierto que en la fabricación de ese producto se utilice de forma
inadecuada bromato de potasio".
La Fundación por los Derechos del Consumidor disiente del secretario
Rojas Gómez y recuerda que hace más de un año advirtió de los efectos
dañinos de estas sales oxidantes que agrandan el pan chiquito y lo
mantienen crujiente por buen tiempo.
Los panaderos agrupados en la Unión de Medianos y Pequeños Industriales
de la Harina originalmente calificaron la denuncia de rumor político y
económico lanzado para impedir el inevitable aumento del precio del pan;
ayer, en cambio, vista la situación, favorecieron la eliminación del uso
de los bromatos de potasio y sodio en la panificación.
Se ha mencionado de una reunión entre el Comité Técnico de la Harina,
funcionarios de Salud Pública y de la OPS para crear la ruta de desmonte
de los bromatos de sodio y potasio y encontrar sustitutos. El ácido
ascórbico y la azodicarbonamida, se dice, ayudan, al igual que el
bromato de potasio a elevar el volumen de la masa del pan.
No justificamos la conducta del pan chiquito de consumir bromatos, pero
tampoco vamos a satanizarlo. Los panaderos dominicanos gozan de nuestro
aprecio. Los ciudadanos y ciudadanas quieren y gustan consumir pan, pero
ahora muchos están tan atemorizados que han dejado de comprarlo. (Las
ventas, dicen panaderos, se han caído en un 30%).
Hay cerca de 50 mil personas pobres empleadas en las panaderías del
país. Grandes fabricantes extranjeros de pan, de muy buen pan, como
Bimbo, Holsum, Toufayan Bakeries podrían beneficiarse si se pierde la
confianza en el pan de los panaderos dominicanos. Esos empleos, esas
panaderías dominicanas hay que defenderlas ayudándolas a hacer mejor
pan.
El Gobierno dominicano puede ayudar mucho. Primero, apoyando a los
panaderos dominicanos con créditos a baja tasa de interés para que
modernicen sus instalaciones, facilitándoles la adquisición de hornos de
menor consumo de gas; segundo, permitirles su rentabilidad con libertad
de precios; tercero, prohibir el uso de los bromatos de potasio y sodio
en la panificación, porque no se puede poner en peligro la salud de los
ciudadanos y ciudadanas y acompañarles, ayudarles desde DIGENOR, SESPAS,
para que superen la crisis de identidad y de confianza entre los
consumidores, otorgando y colocando en lugar público una certificación
oficial que acredite la calidad sin riesgos de la panadería que se haga
acreedora de la confianza pública.
Fuente: Perspectiva Ciudadana
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