EL MALESTAR MILITAR Y EL FUTURO
Por: Milton Olivo
jueves 31 de Julio del 2008
En su estudio sobre los militares –Gaetano Mosca-
plantea que en toda sociedad, hay un contingente de individuos, que si
se le provoca adecuadamente, responderán con la violencia.
Si damos a esos hombres –escribe- genio y
oportunidad histórica, tendremos un Napoleón. Si le damos un gran ideal,
tendremos un Garibaldi (Héroe de la unificación Italiana). Si le damos
la oportunidad, y nada más que la oportunidad, tendremos un Mussolini, ó
podemos añadir, que en una sociedad de negocios, tendremos un Al Capone.
Pero –dice Mosca- si le dais a esos hombres, una
tarea en determinada clase de jerarquía social, tendréis un soldado, al
cual podrán controlar los civiles.
Ahora bien, ¿Qué genero de notable institución es
ese ejercito permanente que puede canalizar las tendencias combativas de
los hombres de violencia de modo que se sometan a la autoridad civil, y
en realidad adopten entre si, esa obediencia como su verdadero código de
honor.
No hay secreto – nos dice Mosca- lo que hay son
diversos mecanismos que funcionan donde quiera que un ejercito
permanente está sometido a un control civil.
En primer lugar esos ejércitos han sido
instituciones de tipo aristocrático, conservándose una distinción
absoluta entre oficiales y soldados. Lo normal es que los oficiales sean
reclutados, por lo general, entre los estratos dominantes
–privilegiados- de la población civil ó entre aquellos que simpatizan
con sus intereses.
En consecuencia, el equilibrio de fuerza dentro de
los estratos dominantes, queda reflejado y atrapado por la disciplina,
controles e ideologías con que funcionan los ejércitos permanentes.
A partir de la Revolución de Abril, este esquema
fue trastocado. Donde los más aristócratas por sus orígenes, siendo
hijos de sendos Generales. (los Héroes Nacionales; los Coroneles Caamaño
y Fernández Domínguez) fueron fieles al Código de Honor, defendiendo un
gobierno legítimamente elegido.
Por la invasión Yanquis, perdieron militarmente,
imponiéndose, la arbitrariedad, después el canchanchanismo y luego de
la “despolitización” de los cuerpos Armados, en las generaciones de
relevo, prima una aristocracia más noble aun; la del esfuerzo, la
disciplina y la capacidad de sacrificio.
Si bien es cierto que la invasión de los Marines
USA, impidió el triunfo militar de los que se apegaron al Código de
Honor y la Constitución, es evidente que ganaron la guerra moral e
ideológica. El respecto absoluto a las autoridades legítimamente
constituidas por parte de los hombres de uniforme de hoy, es la prueba
más palpable, no por otra cosa fue que lucharon los
constitucionalistas.
El asunto es que hoy, son conscientes de que no
tenemos democracia, sino un sistema electoralista, sustentado en el
clientelismo, la impunidad, la corrupción y el mercantilismo. Y esto
está erosionando y generando auto-cuestionamiento de su papel como
soldado; ¿De garantizar la sumisión del pueblo, para que los políticos
de turno puedan impunemente atracar el estado?
El pueblo y los militares coinciden en sus
aspiraciones, un gobierno que maneje con decencia los recursos de todos.
Garantizando bienestar y seguridad a todos. Mientras cada día la
frustración y el descrédito de la clase política tradicional se
incrementa.
Un tema que ha concentrado la atención, es el
destino que debería darle el gobierno a las tierras de los ingenios del
estado. Como entregarle –plantean- más de un millón de tareas de tierra
a dos familias extranjeras; los Franjul y los Vicini. Cuando se podrían
beneficiar millares de familias dominicanas, civiles y militares.
Repartiéndola de a 300 tareas por familia y explotarla con el esquema
del Colonato Azucarero. Donde la empresa financia la producción, compra
la producción, se cobra la inversión y el resto se le paga a la familia
productora.
300 tareas –se plantea- produciría 1500 toneladas
de caña. Que al precio de liquidación de este año, dejaría de beneficio
por familia por año, unos 600 mil pesos. Equivalente a unos 50 mil pesos
mensuales.
El alma de todas las revoluciones –decía Thomas
Carlyle- es el sentimiento prevaleciente de insoportable falsía. Que
termina encarnándose en el hambre, en la escasez e inexistencia material
universal.
Se dice, que en esencia, la verdadera historia del
mundo, es el conflicto eterno entre los hombres de fe, y los
simuladores. Los primeros sueñan con el bien común, y los segundos con
poseer los bienes de los otros.
La luz, y en su defecto el rayo, esa es y siempre
ha sido la alternativa del mundo. El tiempo dirá. Solo espero que
prime el Humanismo y la Solidaridad. Reflejado en una mejor distribución
de los recursos.
El autor es Escritor.
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