¿DE QUÉ VALORES ES QUE HABLAMOS?
Por: Ramón Tejeda Read
Jueves 05 de Marzo de 2009
“Sólo el 42 por ciento de tres millones de
dominicanas en edad de trabajar lo hacen en un empleo de la economía
formal”, informaba ayer Diario Libre.
¿Qué pasa con el 58% restante? Pues están en la economía informal o
simplemente desempleadas.
Si el 42% de tres millones es un millón 740 mil
(casi dos millones de mujeres, a ojo de buen cubero), entonces debemos
admitir que el horno no está para galleticas. Porque habría que agregar
a tales números la situación de la población masculina económicamente
activa, que no debe ser muy diferente, aún cuando nuestra sociedad
discrimina a favor de esta última.
Ya recordaba Roberto Rodríguez Marchena en la
Perspectiva del Día 10 de febrero pasado que el Banco Central informó
que al mes de abril de 2008 “el número de empleados informales
dominicanos en lugar de disminuir, creció: 56.2%. Un millón 983,162
personas en una población ocupada… de 3, 526,752…”.
Para hoy las cosas deben haber cambiado a favor del
aumento de esa informalidad y del desempleo habida cuenta de que la
crisis internacional ya se siente con fuerza en el país.
“Ese 56.2% de empleados informales reafirma lo que
dijimos el lunes 09 de febrero y confirma el fracaso de las políticas
públicas que, en medio de un formidable (pero mal) crecimiento
económico, no han hecho lo suficiente para crear y proteger empleos”,
decía Rodríguez Marchena en la Perspectiva citada.
Y traigo a colación tales números porque se trata de cifras gordas,
mayúsculas, casi escandalosas si se toma en cuenta que la población
dominicana apenas ronda los diez millones de personas.
En España, por ejemplo, cuya población supera los
cuarenta millones de almas, el número de desempleados ronda los tres
millones y medio de personas y aquello ya es escandaloso, evidente en
las preocupaciones de la gente, en la desazón del gobierno, en las filas
de parados creciendo en las oficinas del seguro de desempleo…
Contraste usted con la realidad dominicana (sin
seguro de desempleo, alto grado de inseguridad, informalidad y desempleo
crecientes…) y se dará cuenta de los bárbaros niveles de desigualdad, de
inequidad, de exclusión en que subsiste la mitad o más de la población
dominicana.
Y así hay quienes dicen que el problema es que “se
han perdido los valores”. ¿De qué valores es que hablamos?
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