DE LA PREOCUPACIÓN A LA ACCIÓN
Ramón Tejeda Read
Jueves 4 de Septiembre de 2008
La preocupación de Industria y Comercio por lo que
ocurre con el precio del cemento es legítima.
No hace mucho tiempo que la funda de ese material costaba 150 pesos,
pero un buen día los productores elevaron el costo a 200 pesos y no
valieron los alegatos y amenazas del secretario de Industria y Comercio
de entonces, Francisco Javier García.
Prevaleció la decisión de los productores y poco tiempo después ya los
consumidores enfrentaban una nueva alza entre los 15 y 17 pesos y, no
conformes con ella, recientemente llevaron la funda a 245 pesos que, en
la realidad, se traduce a 150 ó 160, ¡y cuidado!.
Hace muy pocos años que la competencia entre las cementeras actuaba a
favor del consumidor al que se buscaba atraer mediante precios bajos.
Para entonces era común ver a los motoconchistas cargando fundas de
cemento hacia los barrios pobres.
Pero pronto las productoras entendieron que si se asociaban y no
competían entre ellas podrían doblar el pulso al gobierno; harían mejor
negocio; podrían aumentar los precios a como les pareciera actuando con
espíritu de monopolio y amparándose en que el gobierno nunca pide
cuentas ni pide transparentar costos de producción y márgenes de
ganancia.
Es lo que han estado haciendo, aparentemente, y con mucho éxito.
Así ha desaparecido la etapa del motoconcho cargando la funda de cemento
y ello habla muy mal de muchas cosas.
La primera de ellas: la inflación es la peor de las calamidades para los
pobres.
La segunda: esa inflación es responsable de que haya más pisos de
tierra, menos mejoras de la vivienda y, por tanto, más insalubridad, por
sólo mencionar algunos de los efectos más serios.
La tercera, y no menos grave: que no hay manera, por lo visto hasta
ahora, de que el gobierno se siente con empresas como las cementeras
—aunque no es el único caso— a determinar costos de producción y
márgenes de ganancia reales.
Y a ver si es cierto que los dueños de esos negocios viven
circunstancias tan apremiantes que les exijan llevar a cabo aumentos de
precios a troche moche, como lo han estado haciendo desde hace meses;
sin consultar a nadie y amparándose en una indiferencia oficial que
llama a serias dudas.
Por eso, repetimos, es legítima la preocupación del secretario de
Industria y Comercio en lo que a este problema se refiere; pero es
fundamental que pase, cuanto antes, de la preocupación a la acción.
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