DEBATE AJENO A LOS CIUDADANOS
El Consenso de Washington trajo la disenso fobia, es decir, el miedo a
la diferencia y a disentir de las políticas que privilegian y
desvinculan la necesaria estabilidad macroeconómica sobre la prosperidad
de las microeconómías y el gasto social. Desató así la consensomanía, el
afán por la unanimidad y uniformidad, entre políticos, empresarios y
académicos dominicanos.
Disentir era estar “out”, condenado al ostracismo; asentir y sobre todo
consentir, estar “in”, aceptado.
Mientras estuvieron a prueba y se instalaban en nuestra economía, hubo
gran entusiasmo con esas políticas de “crecer, no importa cómo, no
importa quienes, desregulación y privatización a la carta, esperando el
derrame para que algo mojara a las clases medias y pobres”. Sucede que
ni elevaron la capacidad adquisitiva de la población, ni crecieron los
sectores que generan mayor empleo y bienestar en la población. El
derrame se evaporó antes de tocar a piel y los bolsillos de la clase
media y los pobres, con los consecuentes problemas para la mayoría de
los pequeños y medianos empresarios.
Resultados preliminares del comportamiento de la economía dominicana a
septiembre de 2007 indican que el modelo dominicano está agotado. No da
más. Sus resultados insatisfactorios están a la vista, acentuados y
evidenciados con la crisis que padecen los Estados Unidos y la Unión
Europea. El 2008, por tanto, reclamaría ser un punto de inflexión hacia
un mejor modelo económico y social, mejor integrado, más productivo y
más inclusivo. Reclama propuestas y acciones nuevas y diferentes.
Valientes también.
Discapacitados los candidatos presidenciales dominicanos para postular
los cambios requeridos, sus discursos y anuncios publicitarios son puras
banalidades, frivolidades, tirarse cajas y cajones, ajenos totalmente a
los ciudadanos y ciudadanas. Los candidatos hablan para ellos, no para
los ciudadanos.
Los candidatos de los principales partidos se dicen palabras muy duras.
Pero, eso no fuera nada si se dirigieran a los ciudadanos con
reflexiones y propuestas. No hay que temer al debate de ideas y
propuestas, incluso acalorado y apasionado. Tampoco hay que huir del
análisis riguroso y sus conclusiones, por fuertes y desagradables que
sean.
Sólo hay que ver la dureza del debate en España entre Zapatero y Rajoy.
Se dicen cosas mucho más duras que aquí, en nuestro país. Pero es
debate, de cara a los ciudadanos. Por igual en Estados Unidos, entre
Obama y Clinton. Debate del bueno frente a los ciudadanos y electores.
Además está el acompañamiento de los medios de comunicación, incisivos,
ofreciendo oportunidades a intelectuales, empresarios, ciudadanos de
decir y contradecir.
Es una lástima que el Banco Central no haya publicado todavía el Informe
de la economía dominicana enero-diciembre 2007. Esa sería una gran
contribución a elevar el debate.
Su comentario sobre esta
opinión |
Evite los insultos, palabras soeces,
vulgaridades o groseras simplificaciones |
|
|
|
|