“CULPA DE TODOS, CULPA DE NADIE”
Por:
Fernando Peña
Sábado 16 de Agosto del
2008
Eso es lo que nos quieren hacer creer, para que se
esfume el clamor de paz, de tranquilidad, el clamor de que se enfrente
sin poses y palabras bellas esta peligrosa inversión de valores que nos
está costando tantos muertos, y una asfixie moral que lo degrada todo.
Hay que buscar las causas, pero también a los
culpables. No son los culpables los marginados de la riqueza, el hombre
común del campo y la ciudad. No. Los culpables son las direcciones de
mandos de la nación. Porque ellas en su afán mercurial y de bienestar
social han dejado que penetre hondamente en cada hogar dominicano las
desigualdades sociales y económicas.
No han trabajado para que disminuyan esas
dificultades, esas desigualdades. El ingreso nacional se los han
repartidos unos cuantos, igual han hecho con los bienes naturales.
Cuando hacen o plantean reformas es para buscar
algún interés político o personal, pero nunca, nunca para hacer cambios
verdaderos. Han creado multitudes parasitarias, ignorantes.
Hoy, en el marco de estas injusticias sociales,
tenemos un pueblo sin educación, salud, que solo piensa en el dinero y
en vivir o pretender vivir una vida de confort, de bienestar aparente,
sin importar el precio para lograrlo.
Es como si de nada hubiese servido tanta sangre,
tantas lágrimas derramadas para el logro del respeto a las libertades
públicas y políticas que hoy disfrutamos.
El cuerpo social, político y moral de la República
está lacerado.
Además de unos dueños económicos, tenemos unos
dueños políticos de la nación que cada cuatro años se cogen el país para
enseñorearse de la mano de la corrupción en las funciones públicas.
En la mente del noventa por ciento de los
dominicanos está el criterio que a las funciones públicas, al Estado se
va para el enriquecimiento fácil, el tráfico de influencia, el
nepotismo, los privilegios y el reparto de sinecuras.
Ante la situación que vivimos de deterioro de la
calidad de vida de los dominicanos, ante la crisis económica, social y
moral que nos agolpa, deben los mandos de dirección del país asumir una
posición de vanguardia en el enfrentamiento de esta ola de criminalidad
que nos mantiene espantados a todos.
Dejar que las gentes toma la ley por sus propias
manos, como ha sucedido en varias comunidades, es peligroso. Ello nos
puede conducir a trastornos mayores y peores..
Es hora de asumir unidos un verdadero proyecto de
nación, que enfrente las causas endógenas y exógenas de esta crisis.
De no ser así será grave el costo social, economito
y político que habremos de pagar a corto y largo plazo.
Esta circunstancia amerita que el sector
empresarial, los partidos políticos, las iglesias, la llamada sociedad
civil, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, se unan en ese
propósito de reconstrucción nacional.
Es hora de madurez y de conciencia.
Estamos a tiempo de enderezar el camino dentro del
marco institucional vigente. Esta democracia nuestra cuenta con
mecanismo de defensa. No dejen que cunda el pánico y se incita a
procedimientos que nos cuarten los espacios ganados a sangre y fuego.
El Autor es Periodista.
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