CUENTOS CHINOS EN APUROS
Por: Roberto
Rodríguez-Marchena
Lunes 30 de Marzo de 2009
[Por un error involuntario de diagramación, las dos
terceras partes de una cita del economista Paul Krugman no figuraron en
la publicación del presente artículo en el periódico El Afán Diario. Lo
reproduzco aquí completo para hacer justicia al argumento.]
En el habla nuestra, el cuento chino, que no debe
confundirse – a pesar de su parecido- con el cuento de camino, es una
historia fantasiosa, un audaz embuste, construido para sorprender
personas a las que se presume desinformadas y fácilmente impresionables.
Por su naturaleza requiere inventiva y, sin duda, de un desparpajo muy
propio que otros prefieren llamar desfachatez.
Hace un par de días mientras leía uno de los
habituales artículos que escribe Paul Krugman, Nobel de economía, en el
New York Times, titulado Revenge of the Glut (La Venganza del Exceso),
recordé Cuentos chinos de Andrés Oppenheimer, un magnífico y bien
documentado esfuerzo periodístico escrito para destacar –y promover- las
bondades de las políticas de apertura comercial, competitividad,
atracción de capitales, bajos impuestos, aplicadas, con fantásticos
resultados, según su autor, en China, Irlanda, Islandia, Polonia y los
países bálticos, entre otros.
Del artículo del profesor Krugman extraigo dos
párrafos exquisitos:
“Sistemas financieros abiertos y muy poco regulados caracterizaron a
muchos de los países receptores de grandes flujos de capital. Es lo que
explica la espeluznante correlación que existe entre la prédica
conservadora de hace dos o tres años y el desastre económico de hoy.
“Las reformas han convertido a Islandia en un tigre nórdico” afirmaba un
estudio del Cato Institute. “Cómo Irlanda se convirtió en el tigre
celta”, fue el título de un artículo firmado por la Heritage Foundation;
“El milagro económico de Estonia”, titulaba otro más. Esas tres naciones
están sumergidas hoy en una profunda crisis.
“Por un tiempo, la entrada de capitales creó la
ilusión de riqueza en esos países, tal como lo creyeron los propietarios
de viviendas en los Estados Unidos: el valor de sus activos estaban
creciendo, sus monedas eran fuertes, todo iba bien. Pero las burbujas
revientan tarde o temprano y las milagrosas economías de ayer, son hoy
cajones vacíos, cuyas riquezas se han evaporado y altamente endeudadas.
Y lo grave, el gran escollo, es que la mayor parte de ese endeudamiento
se hizo en moneda extranjera.”
Los dominicanos debemos sentirnos reconfortados –y
además defender- que como consecuencia de la crisis de Baninter,
Bancrédito, Mercantil y Progreso, se impusieran estrictas normas a los
bancos y que los banqueros dominicanos se resistieran –actitud muy
criticada en aquel momento- a la apertura del sistema financiero y
presencia masiva de la banca extranjera en nuestro país, a tal punto de
que el 65% de los 600,000 mil millones de pesos se concentran en dos
bancos, uno estatal (Reservas) y otro privado (Popular).
Aquellos cuentos que narraban sorprendentes y
milagrosas historias de pobres y mansas naciones convertidas en tigres
por obra y magia neoliberal resultaron ser efectivamente chinos; “tigres
de papel”, corregiría Mao Ze Dong.
Sirva la experiencia para que a ningún gobernante
dominicano se le ocurra venirnos con el cuento de convertir a nuestro
país en “el tigre del Caribe”.
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