CONSENSO Y CONFIANZA
Por: Rafael Sánchez Cárdenas
Viernes 06 de Febrero
de 2009
Ha iniciado la “Cumbre de las fuerzas vivas”.
Faltan vivos por integrarse, y es de buen juicio tomar asiento. La
agenda es larga y comprometedora, como debe ser.
Cientos de propuestas han llegado a las mesas de
trabajo. Al parecer, sin orden. Cada sector interesado ha propuesto lo
que estima necesario.
Una comisión recoge, clasifica y ordena las
sugerencias. La primera fase concierne a puntos para lo inmediato, a
separarse de las propuestas de mediano y largo plazo.
La Cumbre presume de abierta a buscar un Plan de
Nación de largo aliento. Que nos aleje de la compulsión de la urgencia.
Puestos a la consecución de una matriz que defina
el curso a seguir en el porvenir deberíamos pensar en definir, para esta
fase, un procedimiento explícito que garantice la discusión franca de
cada tema, con asistencia técnica, y sobre todo, la forma de establecer
el consenso. ¿Cómo se votaría?. ¿Y, quienes votarían?. ¿Serán los
funcionarios del gobierno los responsables de decirnos lo consensuado?.
Definamos el método y evitemos discordia.
Consensuar un Plan Nacional requiere seriedad de
propósitos. Flexibilidad y conformidad de voluntades. Todo está sujeto a
escrutinio. Y al consenso. El diálogo no puede tener temas o puntos
prohibidos. Un Pacto serio tiene la connotación del contrato y comporta,
por tanto, el consentimiento de las partes y la obligación de su
respeto. La confianza emerge de allí.
Los partidos políticos, empresarios, trabajadores y
entidades de la sociedad civil son actores claves de esta segunda fase.
El gobierno patrocina el diálogo, pero no puede ser su juez. La
margarita la deshojamos entre todos. El gobierno debe evitar dictar el
camino y permitir el desarrollo del consenso y la confianza derivada. O
asumir la de Robinson Crusoe. La tempestad lo promete.
La emergencia de un Plan Nacional de Desarrollo
comporta la creación de una Comisión de Seguimiento del Plan, en la que
estén los principales actores nacionales, atenta a los ajustes y respeto
a lo pactado. Precisamos desarrollar un gran estado de confianza y un
impulso positivo en el desempeño ante la adversidad.
Sin confianza el consenso perece.
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