CON EL AGUA A LA CINTURA
Roberto
Rodriguez Marchena
Miércoles 18 de Junio del
2008
El proceso electoral tuvo la
virtud o el defecto –como usted prefiera- de operar como embalse de
dificultades y decisiones, que ahora, un mes después de las elecciones,
descarga río abajo sus urgencias. Y sigue lloviendo. Ahora, la subida de
las tasas de interés y tener que pagar más por las hipotecas y los
préstamos.
No parará de llover por los próximos tres o cuatro años, vaticinan las
agencias de prensa. Llueve en Europa, llueve en Estados Unidos, llueve
en todas partes, con el petróleo, con el sistema financiero, con el
dólar, con los granos. Se inunda la economía de altos precios,
estancando su funcionamiento.
Sólo hay que ver las portadas de los diarios impresos y digitales del
día de hoy para darnos cuenta hasta dónde han subido los niveles de
insatisfacción, los problemas y las demandas aquí y en todas partes del
mundo.
No la tienen fácil quienes gobiernan y deben tomar decisiones.
Desde que regresó de Roma y Barcelona, el presidente de la República ha
venido reuniéndose con sus gabinetes económico, eléctrico y
agropecuario; hoy se han encontrado los secretarios Administrativo de la
Presidencia y de Agricultura con comerciantes; también hoy, el Listín
Diario recogió el interés del presidente de la agrupación empresarial
CONEP de conversar con el Gobierno para compartir inquietudes. Antes,
productores agropecuarios representados en la Junta Agroempresarial
Dominicana, empresas farmacéuticas dominicanas agrupadas en INFADOMI,
empresarios de zonas francas defendidos por ADOZONA, dueños de hoteles y
operadores turísticos representados por ASONAHORES plantearon las suyas.
Estas conversaciones y declaraciones públicas y otras que deberán tener
lugar en los próximos días y semanas, presumo, serán de mucha utilidad
para el Gobierno pues han mostrado las vulnerabilidades que deberá
atender para mitigar los efectos de las crecidas de precios.
Habrá que esperar para ver y examinar el plan que se dará el Gobierno
para atender la situación.
Una oportunidad de oro que se le presenta al Gobierno es la Cumbre
Extraordinaria de Petrocaribe que se celebrará en Caracas el 7 de julio
y a la que asistirá como invitada la República Dominicana, en su
condición de beneficiaria de ese acuerdo energético.
No sólo porque es de esperar que el presidente Chávez amplíe las
facilidades petroleras, sino porque es el único país que podría y
estaría dispuesto a ayudar a República Dominicana en muchas de sus
urgencias. Tengo la impresión de que el presidente de la República
podría haberse convencido, entre otras cosas, al comprobar (y denunciar)
la ayuda (?) de 10 millones de dólares que ofrecieron los grandes y
poderosos a Haití. Como denunciara ayer Oxfam: “los dirigentes de los
países ricos han encontrado un billón de dólares para ayudar bancos pero
no pueden hallar 30 mil millones para combatir la pobreza”.
Los gobiernos de Cuba, Jamaica, Nicaragua y otros del Caribe de habla
inglesa, por ejemplo, han logrado interesar al gobierno venezolano en
formidables proyectos comunes, que de otra forma no serían posibles
porque a los organismos multilaterales de financiamiento no les interesa
o las condiciones que exigen son inaceptables.
Se ha hablado mucho por estos días de la pertinencia de cambiar el
modelo, que algunos califican de agotado, que hace que crezca la
economía (de unos), pero no así el desarrollo humano (de todos). Si tal
cosa se decidiera, valdría la pena aprovechar la ocasión para repensar
nuestra política internacional.
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