BANCA DE EU: DIA DEL JUICIO FINAL Y SU
ESTABLO DE AUGIAS
Jueves 18 de Septiembre de 2008
Asistimos al “día del juicio final” de la muy cantada desintegración del
sistema financiero del modelo neoliberal anglosajón. Pese a que la
quiebra, aceptada semántica y legalmente bajo el capítulo 11 del
legendario banco de inversiones Lehman Brothers, de 158 años de vida
–representa la mayor en la historia–, no se compara en términos
contables con la nacionalización (más correctamente dicho estatización)
de las gemelas hipotecarias Fannie y Freddie (ver Bajo la Lupa,
10/09/08).
Los
últimos en asombrarse de la desintegración del sistema financiero de
Estados Unidos y la insolvencia bancaria de sus principales bancos de
inversiones (bancos comerciales, como Bank of America, han soportado
mejor las turbulencias hasta ahora) son los dilectos lectores de Bajo la
Lupa, quienes habían sido advertidos con bastante antelación de la
inviabilidad del monetarismo centralbanquista del modelo neoliberal
anglosajón en implosión vertiginosa.
El FDIC,
que dice disponer de miserables 50 mil millones de dólares para asegurar
los pletóricos depósitos de los cuentahabientes, recurrió a empréstitos
emergentes de la Secretaría del Tesoro cuando Goldman Sachs y Morgan
Stanley, los dos últimos bancos de inversión que han sobrevivido,
exhiben severo desfondamiento.
Pocos
bancos se salvarán del “tsunami financiero” que vaticinó Bill Gross,
mandamás de PIMCO, el todavía sólido fondo de pensiones de EU. El oleaje
arrasó hasta al Silver State Bank, de Nevada, donde Andrew K. McCain
(hijo adoptivo del primer matrimonio del bélico candidato presidencial)
formaba parte del consejo de administración.
En
nuestro comentario semanal nocturno en Proyecto 40 del viernes pasado
advertimos el advenimiento del “lunes del agujero negro” que esperaba a
Lehman Brothers en particular y a Wall Street en general. En un clásico
“efecto dominó”, la toxicidad financiera infectó con virulencia a los
“intocables”: Merril Lynch, rescatado por Bank of America (en “un acto
de desesperación”, según James Quinn de The Daily Telegraph, 16/09/08) y
a la mayor aseguradora de Estados Unidos, AIG –beneficiada con el doble
cobro de los seguros por la “demolición controlada”, perdón, los
atentados terroristas de las Torres Gemelas del 11/9–, en busca de un
salvador que le conceda un “crédito puente” por 40 mil millones de
dólares y que parece va que vuela a la nacionalización (mejor dicho
estatización).
Los
“maestros del universo”, como los catalogó el novelista Tom Wolfe,
resultaron unos parasitarios mendicantes del dinero ciudadano en manos
gubernamentales y el “maestro (sic) del universo”, como el publicista
del establishment Bob Woodward enalteció en forma ditirámbica al mago
malhadado y malvado Alan Greenspan, ha sido degradado como el principal
artífice de las mayores burbujas especulativas jamás vistas en la
historia humana.
En
reciente conferencia magistral que tuvimos el honor de impartir
(Burbujas, deflación financiera y estanflación económica) con nuestros
amigos de la Unidad de Investigación de Economía Mundial del Instituto
de Investigaciones Económicas de la UNAM, pusimos de relieve cinco
características de la insolvencia bancaria anglosajona, extensiva al
G-7: 1) ausencia de confianza entre los mismos actores (ningún banco
presta al otro por desconocer su estado contable verdadero); 2) la
sobresaturación del “nivel 3” (deudas impagables e incobrables), que
rebasa en varios múltiplos a sus activos (en la época de mi abuelo esto
significaba “quiebra”); 3) la megaburbuja de los “derivados financieros”
que en papel virtual andarían en una cifra antigravitatoria,
desconectada de la realidad productiva en mil millones de millones
(cuatrillón en anglosajón; 10 a la quinceava potencia) frente a 54.5
millones de millones de dólares (trillones en anglosajón; 10 a la
doceava potencia) del PIB mundial, en valor nominal; 4) la fase de
desapalancamiento (de-levereging) de las finanzas desacopladas de la
economía, y 5) la toxicidad de los CDS (Credit Default Swaps),
instrumentos especulativos muy complejos diseñados para proteger contra
las quiebras y cuya insolvencia rebasa en cuatro veces el monto de los
subprime (los créditos hipotecarios de baja calidad) que detonaron la
sequía crediticia global.
La
“geopolítica de las finanzas” nos enseña que en los recientes cuatro
siglos los vencedores de las guerras (Holanda, Gran Bretaña y Estados
Unidos) impusieron el modelo financiero que más beneficia a sus
intereses (y sus capitales). La otrora superpotencia unipolar
estadunidense llevó a extremos insostenibles la desregulada (sin
supervisión gubernamental ni ciudadana) globalización financiera
monetarista, fomentada por los bancos centrales del G-7. Este modelo
escatológico (en el doble sentido), mediante el cual la dupla
anglosajona de Wall Street y la City se apodera(ba) de las joyas
estratégicas de la “periferia subdesarrollada en finanzas”, se acabó.
Ahora se requieren los servicios de un Hércules posmoderno para limpiar
los “establos de Augias”, donde se acumularon las inmundicias del Olimpo
financiero trasatlántico. Es altamente significativo que en el
recientemente enunciado Índice del Desarrollo Financiero (obviamente
apadrinado por el Foro Económico Mundial de Davos) ostenten los dos
primeros lugares mundiales Estados Unidos y Gran Bretaña. México aparece
en un triste lugar 43 (al nivel de Colombia y Kazajstán), pese a haberse
convertido en una franquicia anglosajona y en un territorio inexpugnable
de Goldman Sachs (con ramificaciones en Banca Mifel), gracias a las
maquinaciones de los hermanos Werner Wainfeld (Martín, como deudor, y
Alejandro Mariano, acreedor): los diabólicos creadores de los pagarés
del Fobaproa que aniquilaron a la banca nacional desde sus puestos en
las secretarías de Hacienda neoliberales priísta-panistas.
La
aniquilación de 92 por ciento de la banca de México es catalogada por
los neoliberales priístas y panistas como un “éxito”, aclamado por los
lorocutores del sistema (en realidad éstos son unos lastimosos
empleaditos: el problema proviene del inmundo sistema de concesiones y
sus agraciados). Un “éxito”: hasta la fecha no se realiza la auditoría
del Fobaproa/IPAB (en el que participó destacadamente Calderón, a quien
le fascinan las “emociones fuertes”). Un “éxito”: México, donde hay que
leer al revés las noticias reguladas por el totalitarismo vigente, se
quedó sin banca.
La
carnicería del “lunes del agujero negro” no nos provoca ningún
Schadenfreude (placer que estimula la desgracia ajena) de la literatura
alemana. Al contrario: frente al Fin de una era (título premonitorio de
nuestro reciente libro editado en Argentina), de la unipolaridad de
Estados Unidos y su dolarcentrismo, el grave problema yace en la
ausencia de un sistema financiero alternativo creíble que urge
establecer con bendición multipolar.
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