Opinión
 

AYUNTAMIENTOS: DEJANDO ESCAPAR LAS OPORTUNIDADES

Por: Ramón Tejeda Read
Martes 28 de Julio de 2009

En aprestos de turismo interno nos desplazamos con frecuencia hacia los pueblos del interior a celebrar y disfrutar toda nuestra formidable diversidad.

Y es continuamente la misma pregunta la que nos asalta: ¿Qué hacen nuestros cabildos? ¿Cómo están concebidos sus presupuestos?

¿Cuáles son sus planes más allá de la consabida recogida de la basura—inexcusablemente deficiente todavía—y de algún que otro alarde de jardinería aquí o allí y sin ningún plan ni rigor?

¿Cuáles son las prioridades y quién o quiénes las establecen?

En fin, mil y una preguntas nos asaltan a la luz de la suciedad que campea; del caos en el transporte por la falta de regulación; de los cementerios comidos por la yerba y el descuido; de la falta de aceras y del deterioro de las pocas que se salvan de ser ocupadas por venduteros y mercaderes de toda laya o por personas que construyen en ellas desde escaleras de acceso a sus viviendas hasta cualquiera otra ocurrencia ante la mirada permisiva de autoridades municipales que escurren el bulto a sus responsabilidades.

¿Cómo es posible que cada cañada por donde corre cualquier hilo de agua sea un vertedero inmundo y a nadie parezca importarle?

Puedo mencionar muchos casos, pero debo detenerme en Higüey por mil razones.

Ubicado, como está, en el mismo trayecto hacia la zona turística de mayor importancia en nuestro país, debía ser una formidable tarjeta de presentación para los miles y miles de turistas ya extranjeros, ya nacionales, que por allí transitan.

Pero tal como está—que es como ha estado por décadas—Higüey no está en condiciones de aprovechar la marejada de turistas que por allí se desplaza permanentemente.

Las calles deterioradas y sucias, el transporte caótico y el descuido evidentes no pueden invitar al transeúnte sino a pasar lo más rápido posible, con lo cual se escapa una fuente importante de negocios y de oportunidades.

¿Cómo es posible que nadie parezca detenerse a pensar en esto?

¿Cómo es posible que nuestros cabildos no tengan planes de promoción de los recursos naturales y humanos de que disponen en afán de constituirlos en fuentes indudables de riqueza para toda la  municipalidad?

La reflexión da para mucho, pero es demasiado obvio que pedirle al gobierno central y protestarle por esto o por aquello es mucho más fácil que echar mano a nuestra creatividad y sentarnos a hacer planes de desarrollo integral.

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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