Opinión

 

A VER QUE TRAERÁ...

Ramón Tejeda Read
Jueves 31
  de Julio del 2008

Si usted cree que el no poseer un documento de identificación es un problema que sólo afecta a los haitianos y a los dominicanos de ascendencia haitiana a quienes se les niega ese derecho, está  equivocado.

El vice-presidente Rafael Alburquerque denunció recientemente que millares de dominicanas y dominicanos no pueden ingresar a los programas de asistencia del Estado porque carecen de la cédula de identidad.

Pero ése no es el único derecho que no pueden ejercer esos cientos de miles de dominicanos y dominicanas, sean o no de ascendencia haitiana. Tampoco pueden acceder a una licencia de conducir o a un pasaporte, y, como tampoco pueden declarar a sus hijos e hijas, el problema se va agravando con el tiempo; tienen dificultades con la inscripción en programas de educación del Estado o privados y con la documentación de cualquier negocio…

A resumidas cuentas, es gente que no existe en términos jurídicos. Y es gente muy pobre; por eso no tiene doliente. Y si se supone que son de ascendencia haitiana, entonces son pasto no sólo de la exclusión, sino de todo, como denunciamos en la Perspectiva de ayer.

¿Cuánto cuesta a un dominicano o dominicana salir de semejante ostracismo?

En una Oficialía del interior me hablaron de unos ¡CINCO MIL PESOS! Un abogado que vive de esa labor me cofirmaba luego la información. Pero ha habido quien haya pagado el doble. Las consecuencias de eso ya usted puede imaginarse cuáles son.

Se trata de gente colocada en la indefensión jurídica; impedida del derecho elemental a la identificación y, por vía de consecuencia, a muchos otros derechos.

¿Cuál ha sido la actitud de TODOS nuestros gobiernos hasta ahora ante semejante barbaridad?

Hacerse el loco. Justificar el status quo que garantiza mano de obra barata, macuteo de toda laya, indefensión jurídica y la terrible exclusión. ¡Y hay quienes hablan de violencia!

¿Se quiere un acto de violencia mayor contra ciudadanos y ciudadanas que condenarles a semejante estado de destierro social y político?

Sentí lástima cuando recientemente el gobierno aceptaba una donación de unos cuantos miles de dólares de una agencia internacional para dotar de documentación a unos cuantos cientos de dominicanos.

Contrasta semejante descuido —nada inocente, dicho sea de paso— con la actitud asumida, por ejemplo,  por el gobierno venezolano y el gobierno ecuatoriano frente al mismo problema.

Para corregir esa situación en Venezuela fue creada hace unos tres años la Misión Identidad y en poco tiempo millones de venezolanos y extranjeros llegados al país décadas atrás con la bonanza de los precios del petróleo regularizaron su estatus.

Como el caso de las cuarenta etnias indígenas venezolanas era aún más dramático, para ellas se creó la Misión Guaicaipuro, la cual, además de proveer documentación, comprende programas de salud, de vivienda, educación y, algo fundamental, el reconocimiento y demarcación de sus tierras y del hábitat que siempre le negaron como paso previo al despojo.

En nuestro país hay quienes se dedicaron a enredar la legislación y el texto Constitucional para hacer cada vez más opaco el manejo de problemas como éste que denunciamos en esta Perspectiva.

Salvo la Constitución de Juan Bosch, en 1963 —una verdadera Constitución social y no sólo política o politiquera— los textos constitucionales posteriores son verdaderos enredijos de terminología para especialistas —otra manera de excluir al pueblo del debate— para  justificar privilegios e injusticias.

La cuestión haitiana ha estado subyaciendo en la formulación de determinados aspectos de esas Constituciones argumentando supuestos “patriotismos”, pero en el fondo justificando la injusticia y la exclusión.

A ver qué traerá la próxima reforma.

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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