AUNQUE SE VISTA DE SEDA
Por: Ramón Tejeda Read
Jueves 26 de Marzo de 2009
Cerca de dos millones de dominicanos y dominicanas
no tienen acceso al agua potable. La consiguen en ríos y arroyos o como
les sea posible.
En una situación semejante es obvio que esa parte
importante de la población está expuesta a episodios frecuentes de
diarrea y disentería y muchas otras enfermedades del aparato digestivo.
El problema es más común en nuestros campos, pero
no son dos ni tres los pueblos y ciudades que tienen serias dificultades
relacionadas con el abastecimiento y la calidad del agua (Higüey, por
ejemplo, es un caso dramático).
La medida de la inequidad y el desorden que
prevalecen en lo referente al uso del agua en nuestro país nos la aporta
el ingeniero Ramón Rivas, director del Indrhi, quien advierte que
mientras a nivel mundial el consumo promedio por persona es de 250
litros, en República Dominicana es de 450 litros por persona.
En pocas palabras, mientras alrededor de 400 mil
familias no tienen agua, otros la derrochan de mil y una maneras.
Entrados a la modernidad con fanfarria y todo; con
metro y todo; con millones de teléfonos celulares y lo último en
telecomunicaciones y todo; con “progreso” y crecimiento del PBI y todo;
con reforma constitucional y todo; con todo y todo, nos lo dice el
director del Indrhi, no tenemos una Ley de Agua.
¿Resultado? El desorden. Que salta a la vista no
más caminar cualquier calle de nuestra Capital, para no mencionar las
ciudades y pueblos del interior. Y el negociazo de unos pocos.
Europa, con sus enormes ríos y otros ingentes
recursos hídricos tiene legislaciones muy estrictas para el uso del
agua; en nuestro país, pedazo de una isla pequeña, con ríos pequeños,
estresados y menguados por el uso y el abuso, el agua corre por las
cunetas; los lavaderos de carro (los car wash, devenidos muchos en
garitos) pululan a veces de a uno por esquina; cualquier persona con el
dinero y las influencias perfora un pozo donde le dé la gana… y
dejémoslo ahí.
En resumen, digámoslo con pesar, aunque se vista de
seda, la mona mona se queda.
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