ASÍ NO SE VA A NINGUNA PARTE
En el día de ayer compartíamos con preocupación la
iniciativa del senador Francis Vargas (PLD-Puerto Plata) ya sancionada
favorablemente por sus colegas senadores, de crear el Instituto Nacional
de Desarrollo Turístico (INDETUR).
Tal como informamos, el proyecto fue presentado el 11 de septiembre y
aprobado ese mismo día. El 8 de noviembre, una Comisión Especial
presidida por el diputado Juan Antonio Pérez (PLD) e integrada además
por ocho diputados y diputadas (4 PLD, 2 PRD y 2 PRSC), recomendó su
aprobación con siete modificaciones.
En su informe al Presidente de la Cámara, diputado Julio César Valentín,
los comisionados estiman que el INDETUR va a “incentivar y estimular las
inversiones en el sector turístico mejorando y adecuando las condiciones
que afectan perjudicialmente las zonas turísticas del país, maximiza los
niveles de competitividad de nuestro país e incrementa la economía
nacional.”
Los Resultados Preliminares de la Economía Dominicana enero-septiembre
2007 ofrecidos por el Banco Central, indican que el comportamiento del
turismo ha sido deplorable. También de la agropecuaria, la manufactura
local, la construcción y de las zonas francas. Sólo intermediación
financiera, comunicaciones, comercio, energía y aguas se salvan de tal
calificativo.
Hay motivos suficientes de preocupación por la falta de acciones
gubernamentales exitosas en turismo y cifras que lo sustentan. A junio,
el flujo de turistas a nuestro país, apenas había crecido en 0.21%, 7
mil turistas más. Los ingresos por turismo experimentaron un crecimiento
de 1.1% a junio y según cifras preliminares del Banco Central a 1.5% a
septiembre. El año anterior, en el mismo período, el crecimiento había
sido de 10.9%.
Danilo Medina sostiene que el turismo puede y debe ser la locomotora del
desarrollo dominicano, pues por sus vínculos con la agropecuaria, la
manufactura local y la construcción, insuflaría vigor para hacerlos
crecer, crear empleos y bienestar general. Tiene razón.
La economía es una totalidad y así tiene que ser vista (visión),
manejada y estimulada (gerencia). Desde el Estado, los sectores
productivos no pueden ser vistos desagregados o parcialmente
articulados. La competitividad en un país en desarrollo no es un
atributo aspiracional sectorial desvinculado de la meta colectiva
llamada desarrollo o bienestar colectivo. Es sistémica y su propósito es
el bienestar colectivo.
Aquí vale la frase –de origen africano- utilizada por Al Gore en su
discurso de aceptación del Nobel de la Paz: “Si quieres llegar rápido,
camina solo, si quieres llegar lejos, camina con todos”.
El proyecto de ley establece que el INDETUR es “una entidad de Derecho
Público de carácter no lucrativo” dirigida por un Consejo Directivo de
seis personas: el secretario de Turismo que lo preside, el secretario de
Obras Públicas, el director de INAPA, dos representantes de ASONAHORES y
un representante de la Asociación Dominicana de Empresas Turísticas
Inmobliarias –ADETI-.
Composición que sugiere un diagnóstico parcial, centrado en soluciones
viales y de agua potable y aquiescencia empresarial. No integra a la
secretaría de Medio Ambiente. Tampoco a Agricultura. Tampoco a Educación
para capacitar los recursos humanos. Con los ayuntamientos, establece
una mera relación de coordinación. Así no se va a ninguna parte.
El proyecto de ley pretende superar las insuficiencias de CORPHOTEL en
el fomento del turismo. Lo mismo se hizo recientemente con la
Corporación de Fomento Industrial con la creación de PROINDUSTRIA. Así
conciben la competitividad y están equivocados.
La función primera del INDETUR sería (artículo 4): “elaborar el Plan
Nacional de Desarrollo Turístico y los Planes de Ordenamiento
Urbanístico de las Zonas Turísticas”. Esto es “el conjunto de medidas y
disposiciones relativas al uso de suelo y regulaciones en torno a la
altura, densidad y tasa de ocupación de los terrenos destinados a la
realización del proyectos turísticos.”
La segunda función del INDETUR, también de acuerdo al artículo 4 es:
“analizar, evaluar y aprobar los proyectos turísticos en polos
turísticos o de potencial turístico”.
Funciones que entran en conflicto con los poderes que otorga la ley a la
Secretaría de Medio Ambiente y a los ayuntamientos.
No es cierto que cumplir la ley de Medio Ambiente y respetar las
atribuciones municipales sea el estorbo que explica las decepcionantes
cifras en turismo y su incapacidad para vincularse con éxito dentro de
una estrategia nacional de desarrollo.
Tampoco lo es la falta de agilidad en facilitar y aprobar proyectos o el
excesivo proteccionismo medioambiental. Estas son más bien consecuencias
y no origen del problema mayor: falta de visión y por tanto, de una
estrategia nacional de desarrollo, en la que deberían estar TODAS las
secretarías en sintonía.
Entregar más poder al secretario de Turismo y a dos funcionarios ligados
a la construcción (Obras Públicas e INAPA) es además un riesgo, no una
garantía. No es democrático ni saludable conceder a tres señores, con el
aval de otros tres, la potestad de diseñar, legislar, aprobar, ejecutar,
supervisar y cancelar, como poder por encima de la ley.
Lo que se requiere para poner el aprovechamiento del sol y la playa al
servicio de una estrategia sistémica de competitividad y bienestar no es
ignorar la ley y los procedimientos, ni la reingeniería institucional,
sino situar el turismo en el lugar que le corresponde articulado a otros
sectores productivos.
Mientras prevalezca la idea de apreciar el turismo, como un negocio
inmobiliario y de transportar turistas en avión y como un sector más de
la economía desvinculado de los demás, podrá aspirarse, en el mejor de
los casos, que tal o cual grupo nacional o extranjero haga buenos
negocios, construya bellos hoteles, pero no podremos esperar mejoría en
las cifras que ofrezca el Banco Central sobre la agropecuaria, la
manufactura local, las mipymes, tampoco del empleo, ni del desarrollo
humano.
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