Opinión

 

APUNTES SOBRE UNA FERIA

Un recorrido basta para constatar la confluencia allí de casi todos los sectores de nuestra sociedad.

Llamaron particularmente la atención de este observador algunos temas: la presencia de la juventud es uno de ellos.

La gran cantidad de jóvenes es un buen augurio. Si bien son notorias su dispersión e incomprensión de muchos de los aspectos que presenta la Feria, hay que celebrar su presencia en los estantes adquiriendo libros.

El segundo tema que llama la atención es la inseguridad que por momentos se respira; la gran cantidad de espacios sin iluminación ni vigilancia por la noche, por ejemplo.

Un área tan grande, con una cantidad enorme de personas de visita en las horas pico y con intereses diferentes, de seguro requiere de un dispositivo de seguridad no convencional—por la actividad y los públicos a que se dirige—y efectivo; tema del que habría mucho que hablar.

Un tercer aspecto tiene que ver con el manejo de la basura. El esfuerzo que se hace en tal sentido es loable, pero insuficiente. La cantidad de personas y negocios y la falta de educación de la población se unen allí para dejar un espectáculo a veces deprimente sobretodo en las áreas abiertas.

Un cuarto elemento anotado por este escriba tiene que ver con el contenido de esta versión XI de la Feria, la cual se dedica a los pueblos del Caribe, pero es notoria la ausencia de éstos.

El Pabellón del Caribe, una magnífica instalación que evoca aspectos sobre todo del Caribe no español, apenas cuenta con referencias bibliográficas, históricas, geográficas, etcétera, sobre una región tan diversa y culturalmente rica en la que converge buena parte de la historia de la humanidad desde 1492.

La obra del primer Premio Nóbel caribeño, Derek Walcot, no aparece—ni siquiera una buena traducción de su poema épico Omeros que pudo haber ordenado con tiempo la Secretaría de Cultura—y, no menos grave, no se hizo una edición especial de la mejor historia del Caribe escrita hasta ahora: El Caribe, frontera imperial. De Cristóbal Colón a Fidel Castro, de Juan Bosch.

Errores, estos últimos, inexplicables, que revelan que aún es mucho lo que hay que aprender en esta materia a fin de pasar de la forma al fondo y de la apariencia a la sustancia.

Nos queda pendiente aún la reflexión sobre las ferias regionales del libro que deben ir construyendo su propio—y cada vez mayor— espacio.

Publicado con autorización expresa de los autores. www.perspectivaciudadana.com
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