¿Cuántos munícipes saben qué es una Sala Capitular y qué tipo de relación tiene o debe tener esa entidad con ciudadanos y ciudadanas?
¿De qué manera puede acceder la municipalidad a la Sala Capitular y para qué fines?
¿Qué tipo de relaciones se establecen o deben establecerse entre ésta y los concejales o regidores y la comunidad?
¿Cuáles son los procedimientos para acceder a los diferentes servicios que prestan las instituciones estatales a la ciudadanía?
¿Sabe usted cómo proceder cuando se le muere un familiar? ¿A cuáles instituciones debe dirigirse para fines de información, acta de defunción, etcétera?
Y cuando un familiar es apresado por la razón que sea, ¿sabe la ciudadanía cómo proceder a fin de enterarse de los cargos, de los procedimientos a seguir, de los derechos que le asisten…?
Es posible encontrar a diario ciudadanos y ciudadanas que andan a tientas por las instituciones, preguntando dónde se hace esto y dónde se hace aquello.
Y no es que no haya información. El Estado ha invertido y sigue invirtiendo cantidades ingentes de dinero en habilitar servicios de información y campañas publicitarias de diferente jaez.
Pero es obvio que más que tales actividades de información el Estado, en sentido general, y los Ayuntamientos, en particular, deben valerse de otros recursos de la comunicación a fin de conseguir comunión con la ciudadanía.
Apelar a las redes establecidas en las comunidades (Juntas de Vecinos, clubes, sindicatos, gremios, iglesias, escuelas, partidos…) y a los medios de comunicación ya establecidos por éstas será siempre un recurso formidable, de gran impacto y de bajo costo.
Desde luego, no se trata de ir a las instituciones comunitarias de vez en cuando, sino de manera permanente, como parte de una pedagogía política; de un hacer democracia, de construir ciudadanía, gobierno popular, por la vía de apoderar a las comunidades de sus derechos y sus deberes.