Opinión

 

AMORES DESECHABLES EN TIEMPOS DE ZAFRA

 24 de agosto de 2007

Como las lluvias de mayo que a veces sorprenden en abril, la campaña por la reelección del Presidente Fernández parece haber arrancado antes de su proclamación, fijada para noviembre por el Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana.

Podría especularse en apoyo a tal percepción, que los pronósticos y mediciones de las encuestas, no únicamente de la Gallup/Hoy, que revelan insatisfacción ciudadana, declive del afecto público hacia el Presidente de la República, a sus políticas públicas y al equipo de personas que integran su Gabinete, aún cuando todas lo sitúan como puntero y favorito para ganar las próximas elecciones, el resquebrajamiento de la fidelidad partidaria, el crecimiento del principal candidato de la oposición, mandan que al estado del tiempo político y social se le preste atención y cuidado.

El jefe de campaña del Presidente lo insinuó, cuando al referirse al opositor Miguel Vargas dijo, según publica Diario Libre en su edición de hoy: “se parece a una tormenta tropical, porque es de cuidado, pero no representa peligro”.

Fieles a tal pronóstico, por confesión, atormentado, podríamos entender la estrategia que subyace en las más recientes disposiciones del Presidente de la República y seguir en la meteorología política: los vientos políticos y sociales actuales tendrían para la reelección categoría 1 pero, por el calor de los meses a venir, no se descarta que puedan convertirse en categoría 4 ó 5, con efectos, como se sabe, devastadores para la reelección del Presidente. De ahí el cuidado y el empeño por tomar las previsiones de lugar.

Habría que suponer que la lectura que da la Presidencia a las informaciones que recogen los distintos sensores a su alcance es que las turbulencias actuales y futuras son y serán más políticas que sociales, pues en las disposiciones del Presidente prevalecen más las políticas que las sociales y económicas.

En estas últimas habría que ubicar la rebaja de impuestos al tabaco y alcohol, la exoneración de pago de prestaciones laborales a dueños de empresas de zonas francas, el inicio del Seguro Familiar de Salud/régimen contributivo, dejar sin efecto el alza en los precios de las placas para vehículos de motor, el anunciado aplazamiento del alza al precio del pan y, con seguridad, algunas más que se nos escapan.

Pero lo dominante es lo político, las medidas y disposiciones políticas.

Convocado, luego de tres años de gobierno, de muchas luces e inexplicables sombras, a reajustar sus políticas públicas para procurar mejores resultados en el último año de su gestión, las expectativas estaban cifradas en una nueva arquitectura del Gabinete que provocara efectivas articulaciones de las instituciones gubernamentales en la aplicación de los planes de gobierno acentuando perfiles de solidaridad y coherencia con el discurso de progreso.

Pero el Presidente de la República ha preferido recorrer otro camino, no el de una mejor gestión, sino el de su reelección a secas.

Pudo haber optado por gobernar mejor y recuperar la estima pública. Sin embargo, al parecer, está convencido de que gobernar “mejor de ahí, se daña” y que los desafectos hacia su gestión son más transitorios, temperamentales y pedestres que lo que muchos piensan y dicen.

Siendo así, nada mejor que reeditar, ahora a gran escala, la estrategia 90/10 con la que se reeligió como candidato del PLD. Ni más, ni menos. Para mayo de 2007 se aplicó el 90/10 dentro del PLD, ahora está en marcha y seguirá hasta mayo de 2008 dentro de todo del archipélago de partidos políticos dominicanos, eso que otros llaman sistema de partidos.

Político brillante y publicista inmejorable de su propia marca, Leonel Fernández dijo y mereció titular de portada de El Caribe antes de ayer: “Estoy arriba y por mucho”. La estrategia 90/10, one more once, en busca de los efectos deseados: inútil oponerse al que va a ganar, desaliento/desmovilización del descontento y generación de miedo y transfuguismo.

Mientras en las internas de su partido se hizo evidente, a través de la candidatura de Danilo Medina, la sensación de exclusión de una cantidad enorme de miembros del PLD al momento de diseñar y aplicar las políticas públicas del gobierno y la desaprobación al carácter insolidario o insuficientemente solidario de muchas de ellas, que deslegitimaba su labor y ascendencia política en sus comunidades, el Presidente ha reaccionado nombrando a dirigentes altos y medios de partidos y agrupaciones de escaso impacto político y electoral.

Mientras la población viene expresando consistentemente su insatisfacción y reclamo por mayor coherencia, previsión y solidaridad en las políticas fiscal, de precios, de empleo y de inversión pública, el Presidente Fernández da por respuesta nombramientos de unos señores y señoras que no deben haber leído el Programa de Gobierno que Leonel Fernández presentó a los electores y electoras en 2004, y del que tampoco se sienten compromisarios. Los recién designados simplemente están comprometidos con su reelección y con el disfrute del poder que le permitirá el cargo en el que han sido nombrados. La consecuencia será acentuar la dispersión y que cada incumbente haga lo que crea y le parezca, amo y señor del nuevo feudo a su disposición, siempre que se entregue febril a la reelección.

El tiempo dirá si Leonel Fernández podrá recuperar y crecer en el afecto público con amores desechables.

Fuente: perspectivaciudadana.com

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