Algo es algo
La historia de los pueblos del Caribe comienza en
el 1492 con la llegada de Cristóbal Colón a la isla que él denominó La
Española, que hoy es el territorio de dos países: Haití y República
Dominicana.
Las primeras piezas de oro para las arcas del Estado imperial español
salieron de esta isla—como sabrán quienes hacen el periódico El País, en
España—y de entonces hasta hoy, más de quinientos años después, no ha
cesado de fluir riquezas hacia allá.
En esta isla Española comenzó la esclavitud en el Nuevo Mundo –como bien
sabrán en El País—y probablemente podemos decir que casi la inició el
propio Almirante cuando llevó consigo un grupo de indígenas para
presentarlos como muestra de su proeza.
Esa esclavitud fue luego establecida con recursos tan retorcidos como
las “Encomiendas” o el denominado “Requerimiento”, pero es el hecho que
esa institución que empezó con los indígenas a los que exterminó en el
Caribe y siguió con los esclavos africanos produjo riquezas
inconmensurables no sólo a España, sino también a Francia, a Inglaterra
y a Holanda, por ejemplo.
En esta tierra se han escrito algunas de las páginas más sorprendentes
de la historia universal, como la Guerra de la Restauración—precisamente
contra España—y como la Revolución Haitiana, por sólo mencionar dos
botones de muestra que los hacedores de El País debían conocer, y seguro
conocen bien.
De ahí que, aunque sólo fuera por interés, es decir, por las enormes
ganancias conseguidas en estas tierras latinoamericanas y caribeñas que
sirvieron para hacer crecer a estatura de gigantes a las potencias
europeas y aún siguen engordando sus empresas—con gran presencia
española, por cierto—los que intervienen en los medios de comunicación
de aquellos países debían conocer bien la historia de esta parte del
mundo.
Para respetarla por todo lo que le deben, por un lado, y porque, como
deben saberlo, una vez estuvo aquí la frontera de su imperio, y porque
es mucho lo que queda de eso todavía.
Porque sólo la ignorancia podría justificar que en un medio de tanta
importancia como El País pueda confundirse al Padre de la Patria
Dominicana, Juan Pablo Duarte, y a la organización patriótica por él
concebida—La Trinitaria—con algo así como una pandilla de delincuentes.
Benigna ha sido la comunicación dirigida por la Cancillería dominicana a
aquel medio en procura de limpieza para el nombre de nuestros patriotas
y de respeto para nuestra Historia. Pero algo es algo.
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