"Violencia del
reduccionismo"
(II)
“La violencia exige
siempre una justificaciòn frente a la realidad a la que se
aplica; y es ahì donde la racionalidad de la violencia confluye
con la legitimidad de sus resultados o con la legitimaciòn por
parte de quien dispone del poder social.” Violencia y Agresiòn
Social, Ignacio Martìn Barò (SJ)
Vimos en la entrega
anterior, como los distintos estamentos del saber humano otrogan
criterios valorativos diversos a los conceptos violencia y
agresiòn, agotemos un poco màs despacio en esta interesante
disgregaciòn de definiciones.
Los mismos psicòlogos
que consideran que la agresión es la manifestación de la
agresividad, que es una forma de afirmarse uno mismo, que de por
sì no puede considerarse ni buena ni mala; esos mismos
cuentistas afirman, con redobles de tambores de fondo, que la
violencia es una forma nociva de agresión.
En ese tenor, Hacker, ha
dicho que la agresión es la disposición de energìa humana
inmanentes, que se expresan en las diversas formas individuales
y colectivas de autoafirmación, aprendidas y transmitidas
socialmente, y que pueden llegar a la crueldad, mientras que la
violencia es la manifestación abierta, manifiesta, desnuda, casi
siempre fìsica, de la agresión.
Esa visiòn de Hacker
acerca de la agresividad es la màs socorrida en boca de
teoricistas embotellados, que incapaces de hacer un anàlisis
profundo de la violencia, la reducen a esos linderos y la
acomodan al nivel rasante de su raciocinio y sus conveniencias,
y proyectan la sombra de su intelecto y ejercen la violencia del
reduccionismo. Pero este no es el caso.
Por ese criterio se
habla hoy de agresividad para triunfar en los negocios, en los
estudios, en el amor, en el ejercicio de una profesiòn;
resultandos ser una alabanza el calificativo de agresivo
excluyendo la valoraciòn negativa del tèrmino.
El sistema capitalista
neoliberal, ha impregnado la idea de que agresiòn es sinònimo de
dinamismo, y que la agresividad es una actividad propia del
profesional, del ejecutivo, del gerente, del polìtico, y que
violento es el marginado que protesta o que delinque.
Michael Maccoby, en su
libro sobre los administradores de las grandes corporaciones,
llama a los ejecutivos agresivos “luchadores de la selva”, y
pone al desnudo el sadismo con que estos señores buscan derrotar
a la competencia mediante pràcticas que puestas bajo la luz
necesaria, resultan moral y socialmente inadmisibles.
Hay que admitir que lo
que màs ha perjudicado el debate, y si se quiere, hasta el
anàlisis sobre la violencia, ha sido la dignificaciòn que han
beneficiado las formas de violencia propias de l sociedad
capitalista; se la ha establecido como la perspectiva del poder
establecido.
Se està creando,
concientemente, el reduccionismo conceptual de la violencia, de
tal manera que cuando èsta se ejerce en medio de un hogar, es
mala, si la ejerce un marginado que atraca, que roba, que mata,
es mala; si la ejerce un oligarca encopetado, de nombre y
apellido sonoro, estamos frente a un hombre emprendedor que por
su exagarado dinamismo, ha cometido un error.
No hay que irse muy
lejos para entender que lo que se està tomando como objeto de
anàlisis, es decir, la materia violenta que estamos estudiando
es el acto contrario o perjudicial al règimen establecido;
entièndase la agresiòn fìsica individual, la violancia generada
por la delincuencia, la violencia del reclamo de los grupos
marginales asinados en los cinturones de miseria.
Y no faltan en los
medios de comunicaciòn, profetas del apocalipsis, descifrando
es acertijo de que esos casos de violencia tienen carácter
negativo porque causan daño a la convivencia, no faltan
psicòlogos, sociòlogos y opinadores que dediquen todo su
esfuerzo al estudio conciensudo que les permita llegar a
conclusiones o propuestas (apropiadas para un seminario) de cómo
reducir los niveles de violencia antisocial.
¿Cuàl es la violencia,
la que perjudica el orden establecido por los grupos dominantes
por los grupos mayores, por las instituciones sociales pùblicas
y privadas?
O, es aquella que ejerce
el sistema capitalista en su penitente proceso de acumulaciòn de
riquezas.
Por ejemplo: con el
cierre de las zonas francas de la ciudad de Santiago de los
Caballeros, las masas trabajadoras han dejado de percibir unos
OCHENTA Y DOS MILLONES de pesos mensuales, o sea, ha dejado de
circular esa suma todos lo meses en la economìa de la capital
del cibao. ¿No es acaso ese acontecimiento un acto de violencia
del sistema ? Nadie lo ha proclamado asì.
Sin embargo, cuando un ex empleado de zona
franca comete un atraco, esa sì es violencia pura, cruel,
inmoral, perseguible y sancionable. Esa sì es violencia para
organizar un seminario que estudie còmo reducirla, còmo
controlarla. (Continuarà)
El Lic. Angel Artiles Díaz es Prof. Titular de la Carrera de
Derecho (UTESA-Puerto Plata)
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