MARAPICÁ,  LA CURVA DE LA MUERTE 

8 de mayo del 2007

Incontables accidentes automovilísticos fatales, decenas de deslizamientos no tan fatales, decenas de vidas jóvenes truncadas.  

Es que el resultado químico de encadenar el alcohol con la gasolina produce la muerte. La nocturnidad y el desenfreno, ayudan.  

El  borracho cree que maneja el mejor  vehículo del mundo. Cree, en su esnobismo, que sus facultades han crecido en demasía y se siente poderoso, se siente hercúleo, lleno de fe en sí mismo. Todos sabemos que es lo contrario.  

Padres permisivos. Demasiadas libertades para mentes demasiado jóvenes, frescas, osadas. Vehículos poderosos, dinero en el bolsillo y cero supervisión. Es mejor, créanlo, un NO ahora, que un llanto eterno.   

La única solución para evitar en cierta medida los casos lamentables en esa  parte de la ciudad es el freno familiar.  Nadie nunca se ha muerto porque le digan  “NO”.