ALFREDO ALMONTE

La muerte de Alfredo Almonte, destacado empleado del Telecable Puerto Plata, ha sembrado de luto la comunidad. Un hombre honesto, trabajador a tiempo completo, solícito,  servicial, fue abaleado por desconocidos mientras se dirigía a su hogar después de un día de trabajo. 

La inseguridad ciudadana esta llegando a limites insospechados. Ya esta ciudad no es una humilde campiña estacionada a orillas del mar y acariciada por las sombras de la montaña. Ya no es el pueblito encantado de Lockward. 

La seguridad es una condición necesaria para el funcionamiento de la sociedad y uno de los principales criterios para asegurar la calidad de vida. Es una de las principales preocupaciones de la sociedades contemporáneas. 

Lo peor del caso es que, después de un  caso tan abominable como el que nos ocupa, carecemos de las herramientas científicas necesarias para la localización del asesino. No hay estadísticas, no hay instrumentos, no hay escena del crimen, no hay nada. Y sin nada, no se va a ninguna parte. 

Solo nos resta pedir con humildad que Dios acoja en su santo seno a este manso cordero que le envía, quizás a destiempo, esta sociedad destemplada por efectos de la falta de planificación y exceso de dirigentes irresponsables.