CUMBRE
RESALTAN FRASE PRESIDENTE OSCAR ARIAS: “ALGO HICIMOS MAL”
Por:
La Redacción
Viernes 08 de Mayo de 2009
TRINIDAD Y TOBAGO:-“Tengo la
impresión de que cada vez que los países caribeños y
latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados
Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle
cosas.
Casi siempre, es para culpar a Estados
Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo
que eso sea del todo justo.
No podemos olvidar que América Latina tuvo
universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y
William & Mary, que son las primeras universidades de ese país.
No podemos olvidar que en este continente,
como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los
americanos eran más o menos iguales: Todos eran pobres.
Cuando aparece la Revolución Industrial en
Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania,
Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… y así
la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa,
y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.
También hay una diferencia muy grande.
Leyendo la historia de América Latina, comparada con la historia
de Estados Unidos, uno comprende que Latinoamérica no tuvo un
John Winthrop español, ni portugués, que viniera con la Biblia
en su mano dispuesto a construir “una Ciudad sobre una Colina”,
una ciudad que brillara, como fue la pretensión de los
peregrinos que llegaron a Estados Unidos.
Hace 50 años, México era más rico que
Portugal. En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso por
cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años,
Honduras tenía más riqueza por cápita que Singapur, y hoy
Singapur –en cuestión de 35 ó 40 años– es un país con $40.000 de
ingreso anual por habitante. Bueno, algo hicimos mal los
latinoamericanos.
¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas
las cosas que hemos hecho mal. Para comenzar, tenemos una
escolaridad de 7 años. Esa es la escolaridad promedio de América
Latina y no es el caso de la mayoría de los países asiáticos.
Ciertamente no es el caso de países como
Estados Unidos y Canadá, con la mejor educación del mundo,
similar a la de los europeos. De cada 10 estudiantes que
ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países
solo uno termina esa secundaria.
Hay países que tienen una mortalidad
infantil de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los
países asiáticos más avanzados es de 8, 9 ó 10.
Nosotros tenemos países donde la carga
tributaria es del 12% del producto interno bruto, y no es
responsabilidad de nadie, excepto la nuestra, que no le cobremos
dinero a la gente más rica de nuestros países. Nadie tiene la
culpa de eso, excepto nosotros mismos.
En 1950, cada ciudadano norteamericano era
cuatro veces más rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy en
día, un ciudadano norteamericano es 10, 15 ó 20 veces más rico
que un latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, es
culpa nuestra.
En mi intervención de esta mañana, me
referí a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que
demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece
ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI,
es un sistema de valores equivocado.
Porque no puede ser que el mundo rico
dedique 100.000 millones de dólares para aliviar la pobreza del
80% de la población del mundo –en un planeta que tiene 2.500
millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día– y que
gaste 13 veces más ($1.300.000.000.000) en armas y soldados.
Como lo dije esta mañana, no puede ser que
América Latina se gaste $50.000 millones en armas y soldados. Yo
me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro,
presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha
razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no
gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no creamos la
infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los
puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos
necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la
desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es
producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos
educando a nuestros hijos y a nuestras hijas.
Uno va a una universidad latinoamericana y
todavía parece que estamos en los sesenta, setenta u ochenta.
Parece que se nos olvidó que el 9 de
noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de
Berlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es
un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los
académicos, que toda la gente de pensamiento, que todos los
economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en
que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los
latinoamericanos. Y yo, lamentablemente, coincido con ellos.
Porque mientras nosotros seguimos
discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos
los “ismos” (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo,
comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo.),
los asiáticos encontraron un “ismo” muy realista para el siglo
XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo .
Para solo citar un ejemplo, recordemos que
cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de
haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban
enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y
dijo a los viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en
la Larga Marcha:
“Bueno, la verdad, queridos camaradas, es
que mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que
me interesa es que cace ratones” . Y si hubiera estado vivo Mao,
se hubiera muerto de nuevo cuando dijo que “ la verdad es que
enriquecerse es glorioso ”.
Y mientras los chinos hacen esto, y desde
el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y han sacado a 300
millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos
discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado
hace mucho tiempo atrás.
La buena noticia es que esto lo logró Deng
Xioping cuando tenía 74 años. Viendo alrededor, queridos
Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años. Por
eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los
cambios que tenemos que hacer.
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