Editorial

    

UNA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO

 22 de octubre de 2008

La alocución del veterano periodista Sergio Cueto ante  la XXIV entrega de los premios “Alumnos Sobresalientes”, que organizó el capítulo local de la Cámara Júnior Internacional, no tiene desperdicios.  

Sus cuestionamientos al estado actual de cosas, su profunda preocupación por la ola delincuencial debe ser interpretada como un grito desesperado de un munícipe que llama a la sociedad a despertar.  

El eco de sus palabras todavía resuena. Es cierto lo que dice cuando expresa que de una comunidad próspera, con una gran cantidad de negocios turísticos, restaurantes y hoteles, Puerto Plata se ha convertido en un pueblo sin fuentes de empleos, cargado de violencia y delincuencia. 

En la historia  lejana quedó  la Puerto Plata culta, la tacita de plata. Polvorientos y podridos están los pianos, las guitarras, el violonchelo, el contrabajo y los violines.  

Tiene razón Cueto cuando dice que con una mirada simple hacia el pasado reciente, los puertoplateños pueden recordar que en las áreas de Long Beach existía mucho comercio y centros de diversiones, sin embargo, esta actividad ha desaparecido de manera inexplicable. ¿Qué ha pasado?  

Es plausible la manera vehemente con la que el comunicador llama a las autoridades para que junto a la iglesia, busquen una solución  urgente a esos problemas.

Hay que apoyarlo.

 

 

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