Editorial

 

NO VIOLENCIA CONTRA LA MUJER;  “TOLERANCIA CERO”

 20 de noviembre de 2008

Pasarán muchos años hasta  que el macho dominicano entienda que  la mujer debe caminar a su lado, no detrás.  

Lo malo es, que esas ínfulas de macho,  responsables de la violencia,  son inspiradas en el propio seno del hogar, lugar donde los derechos del niño difieren de los de la niña.  Las madres inculcan al varón la autoestima del guerrero, el que no llora, el que no puede arreglar una cama, el que no puede retirar un plato de la mesa, el que no ayuda en nada, el infalible, el que decreta frente a sus hermanas.  

Los educan precisamente para que sean machos, enérgicos, forzudos,  para que consigan lo que quieren a fuerza de resabios. No le infunden, como a la niña, el valor de un mundo justo, basado en el respeto a la otra o el otro. Generación tras generación las mismas mujeres van construyendo un mundo lleno de machos, no de hombres reflexivos y juicioso conscientes de la igualdad entre los sexos.    

Ese comportamiento violento se incuba a las sombras de un machismo femenino  latente en las entrañas de las propias madres que hoy reclaman.  No se cambia de la noche a la mañana, no se cambia porque se hagan marchas, leyes, decretos, porque se instituya un día de la no violencia. Puede cambiarse pero paulatinamente, minuto a minuto, hora a hora, día a día fomentando la igualdad desde el hogar.  

Si no hay un cambio profundo en la forma en que se educa al niño y a la niña, la violencia podría continuar  por siempre a pesar de marchas, leyes, decretos, días de la no violencia y tolerancia cero.

 

 

 

 

 

 

 

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