Editorial

EL MURO DE LOS LAMENTOS (I)

11-12-2006

El muro que las autoridades pretenden edificar en medio de la Avenida Manolo Tavárez Justo se ha convertido en un muro de las lamentaciones.

Los comerciantes definitivamente no lo quieren porque afecta el normal desenvolvimiento de sus negocios. Son argumentos sencillos, pero poderosos a la vez.

Si ellos, que son los afectados, no están de acuerdo con ese adefesio, indefectiblemente hay que escuchar sus voces.  No es posible que después de soportar por más de un año las incomodidades de una reconstrucción hecha  casi a retazos, tengan los comerciantes y demás ciudadanos del pueblo que soportar un muro sin necesidad. Razones hay de sobras y hoy esos ciudadanos lo han manifestado.  Cualquier obra pública debe suplir primero las necesidades de la población que es la que la vive, la sufre o la disfruta.

Seamos sensatos y no sacrifiquemos el pragmatismo por la pomposidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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