Editorial

    

JOSE LUIS MACHINEA

 10 de junio de 2008

Secretario ejecutivo de la CEPAL, planteó siete líneas de políticas públicas que ayudarían a República Dominicana, con miras hacia el 2030, a acelerarse y consolidarse en la senda del desarrollo, veamos:  


1.      Mejoramiento de la calidad y la eficacia de las instituciones.
2.      Incremento sostenido de los niveles de cohesión social y territorial.

3.      Promoción activa del empleo pleno y productivo y el trabajo decente.

4.      Recuperación y modernización del sector agropecuario.


5.      Fortalecer estratégicamente el tejido industrial y su capacidad competitiva.

6.      Reestructurar las bases institucionales y operativas del sector energético.

7.      Diseñar una estrategia a largo plazo y dispositivos institucionales para una inserción eficiente en la economía internacional.  

Solo nos faltan gobiernos responsables que implementen con la debida seriedad estos siete mandamientos del desarrollo.  Eso nada mas.

Su comentario:
Evite los insultos, palabras soeces, vulgaridades o groseras simplificaciones.
Nombre:
Email:
País:
Mensaje:

 

Saltillo, México, junio 12 de 2008

 

Por: David Guillén Patiño*

Cierto, la falta de gobiernos responsables, y yo diría que también la ausencia de autoridades con visión de futuro, es lo que suele impedir en gran medida el crecimiento integral de los países, en particular los que se encuentran en vías de desarrollo.

 Pero si bien la intervención del Estado es crucial para el efecto de elevar los niveles de bienestar de la sociedad, no debemos olvidar que los principales actores del progreso son el sector financiero, los empresarios, los investigadores y la fuerza laboral.

En esta amalgama, la burocracia está llamada a fungir esencialmente como "facilitadora" o propiciadora de la actividad productiva, así como impulsora de la modernización, competitividad y expansión de todos los ramos de la industria.

Esto lo han entendido muy bien otros pueblos, entre ellos el chino, cuyo gobierno ha llegado al extremo de convertirse en el gran aliado de sus agresivos empresarios, más aún si se trata de incorporarlos a este mundo globalizado.

No por nada, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe está convencida, como lo asienta en uno de sus documentos, de que sí “es posible mejorar casi todo lo que se hace y también --atención-- explorar caminos nuevos”.

Esto me recuerda también el carácter del pueblo japonés, cuyo territorio y población quizá no sean muy significativos en el contexto internacional; sin embargo, nadie discute su supremacía económica, ni la efectividad de las estrategias que siguió para convertirse en la potencia mundial que es actualmente.

Durante un tiempo también fue un país imitador del primer mundo, sobre todo a partir de que concluyó la Segunda Guerra Mundial, pero a base de crear filosofías de calidad y de mejorar con grado de excelencia sus procesos productivos, sus sistemas de mercadeo y sus servicios, logró posicionarse, y de qué manera.

De acuerdo con la CEPAL, hoy es una prioridad ineludible diversificar y desarrollar espacios donde se conjugue el aprendizaje tecnológico y la competitividad, lo cual representa “el núcleo de cualquier estrategia plausible de desarrollo futuro”.

El desafío consiste en aprovechar la expansión global para emprender un proceso de transformación productiva que permita a los países agregar conocimiento y valor a sus esquemas de inserción en la economía mundial, afirma el organismo.

No veo por qué la República Dominicana tenga que caminar a un ritmo diferente al del mundo, menos aún cuando ha demostrado su enorme potencial de desarrollo, sobre todo en el actual gobierno, cuya participación en el crecimiento económico ha sido fundamental, si es que son reales los informes del Presidente Leonel Fernández.

Suman cuatro los sectores del aparato productivo que cuentan con una base competitiva inicial que puede permitir a este y otros países avanzar hacia la generación de productos con mayor valor agregado y dinamismo tecnológico.

Estas áreas son: la industria manufacturera "tradicional" y la de exportación (como maquina y zonas francas); el complejo agroalimentario; la minería metálica; y, fíjese usted, los servicios.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe ha sido clara respecto de que las naciones en condiciones críticas deben incorporar procesos de aprendizaje que les permitan insertarse exitosamente en los eslabones más intensivos en conocimiento de estas cadenas globales de valor.

Este proceso, sin embargo, no es espontáneo y requiere el desarrollo de capacidades y la aplicación de políticas públicas. Volvemos al principio del comentario.

 

*David Guillén Patiño es Profesional de la comunicación con 23 años de experiencia en diferentes medios de cobertura regional, particularmente en las áreas de negocios e investigaciones especiales, habiendo realizado una serie de trabajos como enviado y corresponsal en diferentes lugares de Coahuila y del país.

 

 

 

 

Editoriales Anteriores