CONTRA LA CORRIENTE
04 de Abril de 2009
Aunque muchos se conviertan en verdugos, no
queda más que apoyar los planteamientos de Marisol Vicens y
Fernando Capellán en el sentido de que hay que revisar el Código
Laboral.
Dicen ellos que debido a que las
condiciones económicas y legales del país no son las de 1992,
hay que hacer una modificación al Código de Trabajo (Ley 16-92)
para reducir los beneficios laborales de los empleados.
La Señora Vicens, presidenta de la
Confederación Patronal de la República Dominicana (Copardom),
argumenta que esto ayudaría a reducir el número de despidos en
el sector laboral, además de que incentivaría el crecimiento de
los sectores productivos del país.
Hay que irse un poco más lejos, la falta de
competitividad de las Zonas Francas no es sólo producto de la
tasa de cambio o de la entrada de China al mercado o de la
crisis internacional actual, también es el resultado de la
carga laboral que, a decir de los empresarios ronda el 65%.
Desde que el pequeño, mediano o gran
empresario contrata una persona para trabajar, de inmediato
comienza el pasivo laboral a crecer. Hay que recordar que cuando
se aprobó el Código Laboral no había seguridad social, no
existía ese 13.77% adicional a la nómina el empresariado debe
depositar cada mes en la cuenta de la Tesorería de la Seguridad
Social. Un empleado de varios años en una misma empresa,
principalmente para la pequeña y mediana, no deja de ser un
dolor de cabeza. En teoría, lo que es la cesantía, que se
acrecienta con los años, se compensa con la cuenta de
capitalización individual de cada empleado, es decir, el fondo
de su pensión.
Aquí lo que pasa es que el Estado,
irresponsable, ha dejado en hombros del empresariado la carga de
su propio compromiso. El empresariado ha asumido por años esa
carga y aunque los tildan como evasores de impuestos y de
aduanas, no todos cometen el mismo pecado.
Algunos han hablado de que los empresarios
disfrutaron del 8% del crecimiento en el PIB de los últimos
años, eso es cierto, pero más cierto es que si no se
flexibilizan las cargas sociales que vienen con el empleo, las
posibilidades de continuar contratando y manteniendo son cada
día mas difíciles.
No hay que satanizar esa idea, algunas
veces también hay que ponerse los zapatos del otro.
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