Editorial

    

AMET Y SUS JEFES

 13 de marzo de 2009

A cualquier individuo medianamente civilizado le resulta cuesta arriba pensar que para cumplir con el deber también hay que hacerse el gracioso.  

Las motivaciones que hicieron saltar del puesto al anterior jefe de Amet en la Zona son conocidas por todos incluyendo el hecho de que al parecer sus relaciones con el sector político local eran harto deficientes.   

Se torna difícil el trabajo de los directores de Amet debido a que constantemente deben estar recibiendo llamadas de compañeros y compañeritos para que le suelten un amigo, le entreguen la licencia  a otro, no le pongan la multa, dejen los motoconchos tranquilos, etc.   

Es duro ese trabajo. No por el trabajo en sí, sino por la cantidad de jefes  a los que hay que complacer.   

Bajo estas presiones se pierde la frontera que separa el cumplimiento efectivo de la ley y el mantenimiento del puesto. Es una lucha entre dos conceptualizaciones; o se exponen a un traslado, a una cancelación, o se complacen los  jefes.  Triste ocupación.   

Hasta que no exista un compromiso firme en el sentido de que todos;  ricos,  pobres,  blancos, negros, rojos, miembros del partido, no miembros, tengan que cumplir las leyes con la misma dureza que ellas imponen, Amet tendrá que seguir soportando el irrespeto y desconsideración de sus innumerables jefes.  

Se sabe, es lamentable, que está lejano el día en que se asuma ese compromiso firme de respeto a las leyes, lamentablemente.  

 

 

 

 

 

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